viernes, 5 de mayo de 2017

UNA REFLEXIÓN SOBRE EL AMOR

En nuestra sociedad vendemos el amor como la mayor cualidad del ser humano, aquella que nos hace merecedores del perdón por el resto de nuestros grandes defectos: crueldad, egoísmo, violencia, y una larga lista de etcéteras. Y por supuesto que el amor en todas sus facetas es nuestro gran fuerte, al menos eso es lo que quiero creer. Sin embargo somos incapaces de definirlo, o al menos de ponernos de acuerdo en lo que es, y por eso es el concepto más abstracto, subjetivo y peligroso que existe.

Leí un artículo hace poco sobre la mítica leyenda de “El hilo rojo del Destino”, que fue el que me inspiró para escribir estas líneas. En él se explica que todos tenemos atado un hilo rojo invisible alrededor de nuestro dedo meñique, que nos conecta con otra persona, nuestra alma gemela. Que no sabremos ni dónde, ni cuándo, ni cómo,  pero en  algún momento nos encontraremos con esa persona a la que nacimos conectados ¿Y cómo la reconoceremos? Y cito textualmente “Sabrás que es ella porque tu corazón latirá con tal intensidad y sentirás una pasión difícil de ocultar y que no habrías de tener con nadie más antes”.

Sin lugar a dudas, este texto nos resulta muy romántico, algo que cualquiera desea que se cumpla. Hemos sido bombardeados durante toda nuestra vida con canciones, historias, películas y poemas al respecto. Todos igual de vagos, todos igual de propensos a malinterpretarse.

Ahora vayamos a la historia del “Chico del tranvía de Murcia”. Un joven al que primero se le ha tachado de romántico, y al que inmediatamente después se le ha criminalizado hasta la saciedad, por poner en práctica una idea que nos han estado inculcando desde siempre ¿Y si sintió su corazón latir con intensidad? ¿Y si sintió una pasión difícil de ocultar? ¿Y si no había sentido esto con nadie más antes? ¿Y si creyó estar unido a esa joven por un hilo rojo? Y muchos diréis: que se le hubiera declarado en el momento. Como si eso fuera tan sencillo. No todo el mundo tiene ese arrojo, y todos hemos perdido ocasiones de hacer algo de las que después nos hemos arrepentido ¿Podemos culparlo por ello?

Todo el asunto de los carteles de miedo. Sí, no lo voy a negar. Pero no hay que echarle la culpa a ese joven, sino a nuestra absurda idea del amor romántico. Idealizamos un amor sin esfuerzo, en el que simplemente esperamos oír una campanita al cruzarnos con esa persona y lograr ser felices para siempre. En el fondo, todos anhelamos que sea tan sencillo. Pero la lógica y la experiencia nos dice que el amor real es todo lo contrario. Es aceptación. Es trabajo. Es lucha. Es confianza. Es ceder. Es perdonar. Es pedir perdón. Es esforzarse ¡El amor es complicado!


Y hasta que no entendamos eso, vamos a encontrarnos cientos de estas situaciones. Y nos indignaremos. Alzaremos el puño enfadados hacia los cielos. Intentaremos linchar públicamente de forma injusta a un joven que no tenía mala intención, y que tan solo buscaba el final de ese hilo rojo. Cuando el problema no es de él, sino de todos.

Alejandra Maclanda Busto

"Las opiniones de todas las entradas de este blog no suponen un posicionamiento oficial de Nuevas Generaciones de Gijón sobre los distintos temas tratados, son opiniones personales del autor".

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