El león y el
gallo llevan tanto tiempo discutiendo que ya no tienen ganas de más. ¿Ocurrirá
lo mismo con los nacionalismos en nuestro país?
¿Te imaginas un país tan grande como
Galicia con 7 parlamentos diferentes? ¿Te imaginas un país que cumplió hace
unos años el récord mundial de días sin gobierno (589 días)? ¿Te imaginas un
país donde la Constitución ha sido reformada hasta 4 veces en los últimos 40
años para ceder competencias a sus regiones? Sí, estamos hablando de Bélgica.
El pequeño Reino
de los Belgas se constituye como una
Monarquía Parlamentaria Federal con una estructura social y organización
política muy compleja.
·
Existen 3 regiones (cada una con su propio parlamento):
o
Región de Flandes (sita en el norte, costera, que
agrupa casi el 60% de la población y es la más próspera).
o
Región de Valonia (en la parte sur, la región menos
competitiva y en torno al 55% de la superficie del territorio).
o
Región de Bruselas (una suerte de Distrito Federal,
cerca de la frontera con Valonia, enclave de Flandes).
Equivalen a nuestros entes autonómicos.
Son los sujetos de la federación y en ellos recae la mayoría de las
competencias. La Región de Flandes y la Comunidad Flamenca están unificadas.
Las regiones flamenca y valona
están divididas a su vez en provincias.
·
3 comunidades lingüísticas (con parlamento propio):
o
Comunidad flamenca
o
Comunidad francesa
o
Comunidad germanófona
Fundamentalmente abarcan competencias
de lengua, educación, cultura… dentro de su ámbito geográfico.
·
4 regiones lingüísticas:
o
Región de lengua francesa
o
Región de lengua flamenca
o
Región de lengua alemana
o
Región bilingüe de Bruselas (flamenco/francés).
La Región de Flandes es monolingüe, mientras que la Región
Valona comprende a la comunidad francesa y germanófona.
Y por último y menos importante:
El Estado Federal.
El Estado Federal tiene un parlamento bicameral.
No sería una
situación muy distinta a la organización territorial de España si no fuera por
algo que nos puede resultar muy chocante: Las comunidades.
Bélgica está
dividida en dos comunidades (omitiremos la comunidad germanófona, no por ser
menos importante per se sino por su
minúsculo tamaño) profundamente divididas. Estamos hablando de un país donde
una mitad vive a la espaldas de otra mitad. No existe una lengua común.
Solo en algunos municipios fronterizos entre las dos
grandes regiones (algunas en Flandes, otras en Valonia) donde existen
comunidades lingüísticas importantes, la ley reconoce que puedan ejercer sus
derechos en su idioma materno (como por ejemplo, ser juzgado en francés en
Flandes o en flamenco en Valonia, acceder a una educación en su lengua etc) pero siempre bajo la administración del
parlamento de la Comunidad correspondiente:
Un miembro de la
Comunidad Francesa en Flandes (en torno a los 300.000) estará gobernado por la
Región y la Comunidad Flamenca. Salvo que resida en esos ciertos territorios
fronterizos no tiene derechos lingüísticos propios fuera del territorio de su
comunidad, no se le garantiza la enseñanza en francés.
Un episodio que
muestra la división de las comunidades en Bélgica fue el que aconteció en la
Universidad de Lovaina, donde los estudiantes en lengua flamenca presionaron
para que se expulsaran los estudios en francés. Y lo consiguieron.
Un bruselense
Flamenco puede tener a su servicio a la vez a varias administraciones: La
propia federal, la de la Región de Bruselas (urbanismo, medio ambiente,
empleo…), la de la comunidad flamenca (educación, cultura…)… mientras que su
vecino de escalera puede tener la francesa. Por supuesto esto deja dividida a
la comunidad educativa en todos sus niveles, fragmentádola en función de su
lengua materna. Incluso la radiotelevisión nacional emite diferente
programación (no existe una cadena “nacional”, aunque algunos programas puedan
ser clónicos).
Una situación
que conmueve a ambas comunidades: Bruselas ha sido históricamente Flandes,
hasta la creación de las regiones en los años 80. También ha sido
predominantemente flamenca hasta el afrancesamiento acontecido a lo largo del
siglo pasado: actualmente la comunidad francesa es mayoritaria en la región
capitalina.
Ya lo dijo el
presidente del principal partido flamenco (nacionalista pro independencia):
Ante la enorme dificultad que supone la secesión, buscarán que Bélgica se
reduzca a su expresión mínima. “Bélgica
existe porque compartimos Bruselas” afirmó.
El pequeño reino
estará abocado a ser una confederación. Dos estados casi independientes que
comparten capital, con un ejército común y un mismo Rey.
¿Nos imaginamos
una Cataluña en España donde solo el catalán fuera oficial –con algunas
prerrogativas al castellano en el área metropolitana de Barcelona– y el solo el
aranés en el Valle de Arán? ¿Un País Vasco donde solo en ciertas zonas del sur de Álava se
pudiera estudiar en castellano?
Alguno puede
llegar a pensar tras leer esto que la inestabilidad política que genera hace de
este país poco funcional: Su sistema de doble ratificación para reformas
constitucionales y leyes orgánicas garantiza que estos proyectos vayan para
largo (como la formación de un gobierno).
Además existe un
nacionalismo flamenco, otro valón y por último, otro alemán. Cada comunidad
demanda más competencias. Y las regiones también. El nacionalismo belga,
residual, está asociado generalmente con la extrema-derecha (como ocurre en
parte del nacionalismo independentista flamenco).
Pero Bélgica a
parte de todo este caos ha aportado grandes cosas: es el país de los gofres,
las patatas fritas y el praliné.
JAVIER PICAZO
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