domingo, 8 de junio de 2014

UNA MONARQUÍA DEL SIGLO XXI

El pasado lunes conocimos a media mañana el anuncio de la noticia de la abdicación de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos. Pese a que ciertos grupúsculos radicales y algunos oportunistas aprovecharon para soltar sus soflamas, lo que de verdad nos encontramos es otro paso más de nuestra monarquía, en pos de ser de las más avanzadas de Europa.

Mucho tiempo ha pasado, y muchos cambios se han hecho en la institución desde la época de don Pelayo en que los Reyes, o más bien caudillos militares, eran aclamados o alzados, literalmente, al trono por parte de la nobleza militar de los distintos reinos. Poco a poco se fueron afianzando sistemas más tradicionales de sucesión, desde que heredara uno de los hijos del Rey difunto, o la división del Reino entre varios, al afianzamiento de la primogenitura. De que las mujeres no pudieran heredar a que pudieran, volvieran a no poder y finalmente se les recuperara el derecho. De que los Reyes, como decía antes, fueran meros caudillos militares a que fueran acumulando más y más poder, para más tarde ir perdiéndolo en favor de las instituciones y las constituciones.


La abdicación de Don Juan Carlos es un paso más en la modernización de nuestra monarquía, lejos quedan los tiempos de nobles, cortesanos e intrigas palaciegas que se vivieron en la España de su abuelo, el Rey Alfonso XIII. Don Juan Carlos, que llegó al trono a finales del año 1975, surgió como un Rey con poder para reinar y para gobernar, y al que sus enemigos le apodaban “el breve”. Fue un Rey que desde el primer momento supo que su destino en la historia era ser el Rey que renunciara a su potestad para gobernar para devolvérsela al pueblo español, y para ello el joven Rey se valió de otra joven figura política, la del recientemente fallecido Adolfo Suárez.

Juntos supieron acabar desde la más amplia responsabilidad, y con lealtad al pueblo español, con los últimos resquicios del anterior régimen que languidecía sin remedio. Es más, ya una vez retirado Suárez y en el terrible momento vivido el 23 de Febrero de 1981, con firmeza y dedicación consiguió deshacerse del apodo antes mencionado, oponiéndose con rotundidad a un golpe de estado fallido que pretendía robarles tanto a los españoles como a él su destino, que todos los españoles volviéramos a vivir como una sola nación, y olvidando las rencillas del pasado.

Durante los casi 40 años de reinado de Don Juan Carlos nuestra monarquía ha ido actualizándose día a día desde el respeto a la tradición de la que desciende, una nueva monarquía más visible, más cercana, más campechana, alejada dentro de lo posible de los antiguos clichés y de los aduladores cortesanos que siempre le acompañaron. Acercándose a los ciudadanos, e incluso saliendo de entre ellos las personas con las que sus hijos decidieron compartir sus vidas y crear sus propias familias.

Es cierto que todo esto no ha conllevado siempre momentos positivos. Ha habido errores personales o no tan personales, también que algunos de estos hijos políticos, e incluso una de sus hijas, no han sabido estar a la altura que las circunstancias y su estatus les exigían, y que llevaron al Rey a tomar decisiones que enfrentaban su posición de Jefe del Estado con la de cabeza de familia y que, es posible, no supiera sortear al cien por ciento.

Pero también es cierto que deja al heredero más preparado de Europa, un Rey en el que podemos confiar desde el primer momento, que ha sabido dentro de la seriedad ser más cercano a sus ciudadanos que su padre, un Rey que se mezcla entre los suyos, y al que no le tembló la mano cuando tuvo que hacer frente a esos problemas familiares con los que a su padre le costó más pronunciarse. Un Rey con una importante formación tanto militar, en todas las armas, como académica: es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y tiene un Máster en Relaciones Internacionales por la célebre Universidad de Georgetown. Además, domina a la perfección el inglés y el francés, como todos pudimos corroborar en su brillante exposición en la defensa de la candidatura olímpica de Madrid 2020.

Un Rey al que las personas que lo conocen califican como cercano, muy inteligente y reflexivo, y sobre todo buena persona, cualidades que son siempre importantes. Junto a los talentos previamente mencionados, para ser un buen Jefe de Estado, y en especial para ser el Rey de todos los Españoles, y para desempeñar en la perfección su labor de representación de todos nosotros ya sean su función de arbitraje en nuestro país, o de representación en los viajes al extranjero o en la recepción delegaciones internacionales.

Me vais a permitir acabar este artículo citando las palabras de Don Juan de Borbón al transmitir sus derechos dinásticos a su hijo, el ya por entonces Rey Juan Carlos: <<Majestad, ¡Por España, Todo por España! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!>>.

JOSÉ MARÍA AGUIRRE GARCÍA DE LA NOCEDA, VICESECRETARIO DE ACCIÓN POLÍTICA DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN

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