domingo, 25 de agosto de 2013

Intervención Nuevas Generaciones Comisión Seguimiento Ordenanza Municipal de Convivencia Ayuntamiento de Gijón

Estimados componentes de la comisión de seguimiento para la ordenanza de convivencia ciudadana,
Nuevas Generaciones de Gijón se posiciona hoy ante esta comisión buscando el consenso, buscando la convivencia y buscando que las cosas se hagan bien, se traduzcan en mejoras para el bienestar de nuestros conciudadanos y se realicen sin hipocresía, sin criminalizar a la juventud y con altura de miras. Nuevas Generaciones de Gijón agradece este espacio, no sin lamentar que no sea más común vernos a los jóvenes hablando en el consistorio, y estará a la altura de las circunstancias porque, a día de hoy, es un requisito indispensable para solucionar el tema que nos atañe, debemos estar a la altura de las circunstancias.

Lo primero que hemos de decir es que este tema viene de lejos, viene de muy lejos. Hace pocos meses el asesinato de un joven avilesino en nuestra ciudad y una serie de barbaridades cometidas por unos pocos malnacidos que no deberían ni de pertenecer a nuestra sociedad desencadenó una cascada de quejas, opiniones, peticiones y conmociones generales; éstas, algunas con total razón en lo que exponían o pedían, derivaron en la problemática del ocio nocturno gijonés, la cual derivó a su vez en el cuestionamiento de una conducta y de quienes la practican: el botellón y los jóvenes que lo hacen.

Pues bien, ésta no es manera de afrontar este debate. Estamos ante un debate sumamente necesario, que se ha retrasado en el tiempo porque quienes nos gobernaron no quisieron plantarle cara y que hace referencia a una situación que, al no afrontarla desde nuestras instituciones y al obviarla por el eterno miedo a perder votos de quienes hasta hace poco nos gobernaron, ha degenerado en un asunto que hiere sensibilidades, que levanta ampollas y que enfrenta a nuestros conciudadanos de una manera bochornosa: los jóvenes contra los mayores y los mayores contra los jóvenes. Haber permitido esto es un fracaso político.

Aún así, si hay debate nosotros debatiremos y si se nos pide opinión la daremos. Y lo haremos atendiendo a dos criterios: la coherencia con nosotros mismos y la búsqueda de la convivencia entre conciudadanos que, al fin y al cabo, somos. Coherencia porque Nuevas Generaciones es una organización política joven, formada por gente joven y que, como gente joven que somos, hacemos lo que la mayoría de los jóvenes; no venimos aquí a mentirnos ni a hacernos trampas al solitario, venimos a contar nuestra realidad y esa realidad es la realidad de los jóvenes. Y búsqueda de la convivencia porque eso es lo que debe ser un gobierno municipal y eso es lo que debe ser un buen gobierno en general, aquel que genera consensos y aquel que no divide, que no separa y que no enfrenta; todo lo que sea contrario a esto, toda ordenanza que no nazca con estos principios será un fracaso, así como una fuente continua de enfrentamiento entre los gijoneses.

Saltando las generalidades y entrando en lo que atañe a esta ordenanza debemos pedir que no sea parcial, si vamos a hablar, hablemos de todo. Queremos que el debate sea un debate transversal sobre el ocio nocturno y no sobre sus particularidades, en este caso el botellón, porque muchas veces achacamos a esas particularidades males o perjuicios derivados de otras que no le corresponden. Por ejemplo, si sólo nos centramos en el botellón y se produce una ordenanza prohibitiva del mismo, los vecinos de Marqués de San Esteban seguirán teniendo sus portales intransitables cada domingo por la mañana porque no es el fenómeno del botellón aquel que ensucia su calle. Esto es algo recurrente en el tema del botellón frente al ocio nocturno en su conjunto, se le achacan al primerio el generar situaciones que no genera. Aún teniendo el botellón verdaderos problemas de aglomeraciones inesperadas y de ruido, entre otras cosas, la seguridad ciudadana en ellos corre más peligro en otros aspectos de la noche que en éste.

Y bien, este ocio nocturno genera dos quejas que sobresalen del resto: la limpieza y la seguridad ciudadana. Pues afrontémoslas, intervengamos y trabajemos por mejorarlas. Pero, si ya existen ordenanzas que prohíben cosas como orinar en la vía pública o arrojar basura, o si existen multas que sancionan comportamientos como los destrozos en portales, si esto ya está en nuestras leyes y reglamentos y no se cumple, hagamos una ordenanza encaminada a cumplir con las normas que ya teníamos. El argumento es simple, si existe una norma que sanciona arrojar basura a la vía pública y no se cumple, por mucho que hoy saquemos una ordenanza que recuerde que existe esa norma no van a dejar de incumplirla aquellos que la incumplen. Dotemos esta ordenanza con mecanismos para hacer que se cumplan las cosas que no se han cumplido hasta ahora, si es necesario elevar las sanciones por determinadas actitudes subámoslas y si es necesario reforzar la figura de los trabajos a la comunidad, reforcémosla. Si es necesario que la policía aumente el control sobre quiénes ensucian y dónde, aumentémoslo. Trabajemos sobre esta base y no hagamos una ordenanza creyendo descubrir la pólvora en ella.

También nos vemos en la obligación de pedir colaboración de todas las partes. En primer lugar, por parte de los hosteleros. Nos gustaría que, en todo lo que atañe al ocio nocturno, sean los propios hosteleros quienes denuncien y reprochen las actitudes de algunos locales que permiten que, a escasos metros o dentro del mismo, se incumplan todo tipo de ordenanzas para que así su caja sea más jugosa al acabar la jornada. Y que, cuando hablen de ocio nocturno y de los jóvenes, no generalicen algunos comportamientos completamente censurables por parte de unos pocos irresponsables y los hagan propios de toda la juventud. Si mañana un bar permitiese el consumo de droga en su interior o aplaudiese comportamientos reprochables en su propia puerta, al conjunto de los hosteleros no les gustaría que la opinión pública dijese que los hosteleros son corresponsables de los males del ocio nocturno, y no sería justo. A los jóvenes, a nosotros, tampoco nos gusta que por el comportamiento de unos pocos nos criminalicen y nos pongan en tela de juicio, en el epicentro de un huracán mediático como causantes de unos males que no cometemos. La gran mayoría de establecimientos cumplen las normativas y son, muchas veces, ejemplo regional y nacional de buen hacer, como así lo demuestran las diversas críticas turísticas de nuestra ciudad pero, como en todas las familias, siempre hay ovejas negras que empañan el buen apellido de la hostelería gijonesa.

Y a nuestros mayores, a nuestros conciudadanos, al fin y al cabo. Les pedimos que, si de esta comisión sale una buena ordenanza con claras intenciones de mejorar la situación y no de parchearla, sean pacientes y comprensivos. Por muy pronto que se aplique esta ordenanza y por mucho que deseen inmediatez, este tema tardará tiempo en solucionarse porque, aparte de las medidas puntuales que se puedan adoptar, no habrá un verdadero cambio hasta que no empiece a haber verdaderos programas educativos para la convivencia, ni hasta que haya una verdadera concienciación por parte de los padres y educadores de los problemas que puede generar el ocio nocturno. Y comprensión porque, al fin y al cabo, todos hemos sido jóvenes y todos seremos mayores algún día. Comprensión porque los jóvenes que salen los fines de semana no están ahí por generación espontánea, sino que son los hijos, nietos y sobrinos de quienes viven en el edificio de arriba y pasean por esas mismas calles. Por supuesto, también hay que pedir a los jóvenes que comprendan y que convivan, que sepan que esa es la misma calle por donde pasean sus abuelos o el mismo parque en el que juega su hermano pequeño. Esa es, a nuestro entender, la única vía correcta: todos juntos, sumándonos a un consenso y participando para que en Gijón se conviva más y mejor. Así cambiaremos los rumbos equivocados y, de este espíritu, nace el que hoy estemos aquí; y, de ese espíritu, debe nacer el que, dentro de un tiempo, volvamos a sentarnos para repasar este tema. Si queremos hacer una ciudad más unida y cívica, debemos hacerla entre todos.

Quizá el tema más mediático de la futura ordenanza sea el del botellón. Hay un dato muy significativo para entender el fenómeno social en los jóvenes del botellón. Un 80’4% de los universitarios dicen practicar esta forma de ocio nocturno, es decir, una inmensa mayoría de los jóvenes que mañana estarán llamados a conducir nuestra sociedad son clientes habituales de esta práctica. Esto significa dos cosas que hay que tener muy presentes: en primer lugar, que se trata de una realidad social común a todos los jóvenes y, en segundo lugar, que no se relaciona este fenómeno con ningún tipo de clase especial de joven, ni por su educación, ni por su renta, ni por sus principios o creencias. Se trata, por tanto, de un fenómeno transversal a toda la juventud y, como tal, hay que tratarlo y, para regularlo, primero hay que entenderlo porque, en caso contrario, todos los esfuerzos serán en vano.

Dicho esto, desde Nuevas Generaciones de Gijón planteamos lo mismo que ya hemos planteado a la opinión pública gijonesa. Nuestra postura siempre puede ser debatida, puede ser consensuada con otras fuerzas y estamos dispuestos a ceder en diversos aspectos. Sin embargo, existen tres líneas básicas sobre las que se asienta nuestra postura que son innegociables: no a la prohibición, no a los “botellódromos” y si a la concienciación y la educación.

No a la prohibición porque, a nuestro juicio, tratar de suprimir una realidad social a golpe de ordenanza no es el camino. No es el camino porque ese 80’4% de los jóvenes no va a desaparecer porque un papel así lo indique, como mucho se esconderán o se enfrentarán a un apartheid social; es decir, no se afrontará el problema, se esconderá por los rincones de nuestra ciudad. Si eso es lo que se quiere, si esconder a estos jóvenes es la piedra angular de esta normativa, díganlo. Pero, si es así, no vengan mañana diciendo lo que les importa la juventud porque no habrán hecho una política valiente que afronte sus problemas o que intente comprenderlos. Simplemente, los habrá convocado al ostracismo, tachando sus actividades de perniciosas para el resto de la sociedad y expulsándolos de ella sin atisbo de haber intentado, al menos, conciliarlos con la sociedad. Prohibir debería ser el último recurso ante males insalvables y, en torno al fenómeno del botellón, ni se han probado otras medidas de actuación, ni es un mal insalvable para nuestra sociedad. Prohibir es el camino político fácil pero no el correcto y el tiempo les dirá a quienes extienden el imperio de la ley más allá de donde abarca que, estas actuaciones, no solucionan los problemas. Escuchen esto, si hoy prohibimos, esos jóvenes que hoy hacen botellón y que se sentarán dentro de unos años en el salón de plenos de nuestro ayuntamiento, hablarán de botellón y tendrán que volver a abordar el tema. Eso sí, tendrán como referencia una ordenanza indicándoles lo que no se debe hacer.

No a los “botellódromos” porque es vendarse los ojos y expulsar el problema de la sociedad creyendo que no existe. Sin embargo, no quiero extenderme mucho sobre el tema ya que, según los planteamientos de esta comisión, esta actuación parece totalmente descartable. Sólo un apunte, crear guetos sólo puede generar subculturas, jóvenes que aislados de la sociedad cultivan su desprecio hacia ésta. Un botellódromo no suma, no construye ciudad y no soluciona los problemas que aquí se plantea, sino que genera un espacio para que se retroalimenten.

Y, finalmente, si a la concienciación y a la convivencia. Porque es por ahí por donde se deben empezar a solucionar los problemas, esta ordenanza debe empezar en las escuelas y en las familias. No podemos pretender que un día caiga del cielo una normativa que trata de cambiar hábitos y conductas de una población y, porque sí, ésta se empiece a cumplir; es algo completamente irreal. Debemos empezar a hacer responsables a los padres de los comportamientos de sus hijos, debemos incluir la corresponsabilidad del núcleo familiar y fomentar que en éste se inculquen valores de convivencia cívica. También en las escuelas debemos empezar a enseñar valores y principios para la convivencia, enseñar la cara amarga de la premisa “la calle es tuya” porque, si en las escuelas no se corrigen comportamientos que lastran la convivencia, no podemos pretender que mañana no se reproduzcan esos mismos comportamientos en la calle. Además, no podemos creer que las sanciones económicas solucionan todo porque aquellos que tienen dinero podrán seguir viviendo mientras pisotean los derechos de sus conciudadanos. Trabajos a la comunidad relacionados con el mal infringido a la sociedad, esa es la mejor pedagogía: quien ensucie que limpie, quien veje que se enfrente a los males de quien ha vejado, quien destroce que repare.

Tras estos tres ejes en los que se debe basar la política del botellón, podemos hablar, ceder, juntar posturas y debatir. Nosotros estamos abiertos a sumar y a sumarnos a una ordenanza que ayude a convivir y que sólo puede salir de la unión de ideas. Podemos tratar la regulación de ciertas zonas para esta práctica, estudiar un plan de trabajos a la comunidad mixto con sanciones económicas, acordar políticas de actuación directas. Estamos dispuestos a hablar todo, desde la coherencia con nuestra juventud, pero todo. Es más, queremos hablar de todo y sumar. Realmente queremos una solución y lucharemos porque así sea.

Llegados a este punto es hora de acabar. Pero antes queremos dar pie a una última reflexión. La juventud no se está perdiendo, la juventud está viva y va a liderar el futuro, lo hará bien y se enfrentará a hechos históricos de una manera brillante, estaréis orgullosos de nosotros. Por eso os pedimos que no nos criminalicéis, que intentéis comprendernos y que nos llaméis a comprender los motivos de nuestros mayores. Tras muchos años de inacción, se abre la puerta a una ordenanza que ayude a convivir y se hace tarde, muy tarde, cuando ya la reactividad de los grupos a las posturas contrarias está a flor de piel, por eso el esfuerzo es doble: primero comprender y luego aunar. Ya lo hemos citado pero queremos concluir con ello. El enfrentamiento al que se ha llegado por dejar que las cosas marcharan a su aire es el más bochornoso al que nos hemos enfrentado en mucho tiempo: nuestros jóvenes contra nuestros mayores y nuestros mayores contra nuestros jóvenes. Así que, por el bien de Gijón, solucionémoslo.

Andrés Ruiz, Vicesecretario Nuevas Generaciones del Partido Popular de Gijón.



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