Estimados componentes de la comisión
de seguimiento para la ordenanza de convivencia ciudadana,
Nuevas Generaciones de Gijón se
posiciona hoy ante esta comisión buscando el consenso,
buscando la convivencia y buscando que las cosas se hagan
bien, se traduzcan en mejoras para el bienestar de nuestros
conciudadanos y se realicen sin hipocresía, sin criminalizar a la
juventud y con altura de miras. Nuevas Generaciones de Gijón
agradece este espacio, no sin lamentar que no sea más común vernos
a los jóvenes hablando en el consistorio, y estará a la altura de
las circunstancias porque, a día de hoy, es un requisito
indispensable para solucionar el tema que nos atañe, debemos estar a
la altura de las circunstancias.
Lo primero que hemos de decir es que
este tema viene de lejos, viene de muy lejos. Hace pocos meses el
asesinato de un joven avilesino en nuestra ciudad y una serie de
barbaridades cometidas por unos pocos malnacidos que no deberían ni
de pertenecer a nuestra sociedad desencadenó una cascada de quejas,
opiniones, peticiones y conmociones generales; éstas, algunas con
total razón en lo que exponían o pedían, derivaron en la
problemática del ocio nocturno gijonés, la cual derivó a su vez en
el cuestionamiento de una conducta y de quienes la practican: el
botellón y los jóvenes que lo hacen.
Pues bien, ésta no es manera de
afrontar este debate. Estamos ante un debate sumamente necesario,
que se ha retrasado en el tiempo porque quienes nos gobernaron no
quisieron plantarle cara y que hace referencia a una situación que,
al no afrontarla desde nuestras instituciones y al obviarla por el
eterno miedo a perder votos de quienes hasta hace poco nos
gobernaron, ha degenerado en un asunto que hiere sensibilidades, que
levanta ampollas y que enfrenta a nuestros conciudadanos de una
manera bochornosa: los jóvenes contra los mayores y los mayores
contra los jóvenes. Haber permitido esto es un fracaso
político.
Aún así, si hay debate nosotros
debatiremos y si se nos pide opinión la daremos. Y lo haremos
atendiendo a dos criterios: la coherencia con nosotros
mismos y la búsqueda de la convivencia entre conciudadanos
que, al fin y al cabo, somos. Coherencia porque Nuevas Generaciones
es una organización política joven, formada por gente joven y que,
como gente joven que somos, hacemos lo que la mayoría de los
jóvenes; no venimos aquí a mentirnos ni a hacernos trampas al
solitario, venimos a contar nuestra realidad y esa realidad es la
realidad de los jóvenes. Y búsqueda de la convivencia porque eso es
lo que debe ser un gobierno municipal y eso es lo que debe ser un
buen gobierno en general, aquel que genera consensos y aquel que no
divide, que no separa y que no enfrenta; todo lo que sea contrario a
esto, toda ordenanza que no nazca con estos principios será un
fracaso, así como una fuente continua de enfrentamiento entre los
gijoneses.
Saltando las generalidades y entrando
en lo que atañe a esta ordenanza debemos pedir que no sea parcial,
si vamos a hablar, hablemos de todo. Queremos que el debate sea un
debate transversal sobre el ocio nocturno y no sobre sus
particularidades, en este caso el botellón, porque muchas veces
achacamos a esas particularidades males o perjuicios derivados de
otras que no le corresponden. Por ejemplo, si sólo nos centramos en
el botellón y se produce una ordenanza prohibitiva del mismo, los
vecinos de Marqués de San Esteban seguirán teniendo sus portales
intransitables cada domingo por la mañana porque no es el fenómeno
del botellón aquel que ensucia su calle. Esto es algo recurrente en
el tema del botellón frente al ocio nocturno en su conjunto, se le
achacan al primerio el generar situaciones que no genera. Aún
teniendo el botellón verdaderos problemas de aglomeraciones
inesperadas y de ruido, entre otras cosas, la seguridad ciudadana en
ellos corre más peligro en otros aspectos de la noche que en éste.
Y bien, este ocio nocturno genera dos
quejas que sobresalen del resto: la limpieza y la seguridad
ciudadana. Pues afrontémoslas, intervengamos y trabajemos por
mejorarlas. Pero, si ya existen ordenanzas que prohíben cosas como
orinar en la vía pública o arrojar basura, o si existen multas que
sancionan comportamientos como los destrozos en portales, si esto ya
está en nuestras leyes y reglamentos y no se cumple, hagamos una
ordenanza encaminada a cumplir con las normas que ya teníamos. El
argumento es simple, si existe una norma que sanciona arrojar basura
a la vía pública y no se cumple, por mucho que hoy saquemos una
ordenanza que recuerde que existe esa norma no van a dejar de
incumplirla aquellos que la incumplen. Dotemos esta ordenanza con
mecanismos para hacer que se cumplan las cosas que no se han cumplido
hasta ahora, si es necesario elevar las sanciones por
determinadas actitudes subámoslas y si es necesario reforzar la
figura de los trabajos a la comunidad, reforcémosla. Si es necesario
que la policía aumente el control sobre quiénes ensucian y dónde,
aumentémoslo. Trabajemos sobre esta base y no hagamos una ordenanza
creyendo descubrir la pólvora en ella.
También nos vemos en la obligación de
pedir colaboración de todas las partes. En primer lugar, por
parte de los hosteleros. Nos gustaría que, en todo lo que atañe al
ocio nocturno, sean los propios hosteleros quienes denuncien y
reprochen las actitudes de algunos locales que permiten que, a
escasos metros o dentro del mismo, se incumplan todo tipo de
ordenanzas para que así su caja sea más jugosa al acabar la
jornada. Y que, cuando hablen de ocio nocturno y de los jóvenes, no
generalicen algunos comportamientos completamente censurables por
parte de unos pocos irresponsables y los hagan propios de toda la
juventud. Si mañana un bar permitiese el consumo de droga en su
interior o aplaudiese comportamientos reprochables en su propia
puerta, al conjunto de los hosteleros no les gustaría que la opinión
pública dijese que los hosteleros son corresponsables de los males
del ocio nocturno, y no sería justo. A los jóvenes, a nosotros,
tampoco nos gusta que por el comportamiento de unos pocos nos
criminalicen y nos pongan en tela de juicio, en el epicentro de un
huracán mediático como causantes de unos males que no cometemos. La
gran mayoría de establecimientos cumplen las normativas y son,
muchas veces, ejemplo regional y nacional de buen hacer, como así lo
demuestran las diversas críticas turísticas de nuestra ciudad pero,
como en todas las familias, siempre hay ovejas negras que empañan el
buen apellido de la hostelería gijonesa.
Y a nuestros mayores, a nuestros
conciudadanos, al fin y al cabo. Les pedimos que, si de esta comisión
sale una buena ordenanza con claras intenciones de mejorar la
situación y no de parchearla, sean pacientes y comprensivos. Por muy
pronto que se aplique esta ordenanza y por mucho que deseen
inmediatez, este tema tardará tiempo en solucionarse porque, aparte
de las medidas puntuales que se puedan adoptar, no habrá un
verdadero cambio hasta que no empiece a haber verdaderos programas
educativos para la convivencia, ni hasta que haya una verdadera
concienciación por parte de los padres y educadores de los problemas
que puede generar el ocio nocturno. Y comprensión porque, al fin y
al cabo, todos hemos sido jóvenes y todos seremos mayores algún
día. Comprensión porque los jóvenes que salen los fines de semana
no están ahí por generación espontánea, sino que son los hijos,
nietos y sobrinos de quienes viven en el edificio de arriba y pasean
por esas mismas calles. Por supuesto, también hay que pedir a los
jóvenes que comprendan y que convivan, que sepan que esa es la misma
calle por donde pasean sus abuelos o el mismo parque en el que juega
su hermano pequeño. Esa es, a nuestro entender, la única vía
correcta: todos juntos, sumándonos a un consenso y
participando para que en Gijón se conviva más y mejor. Así
cambiaremos los rumbos equivocados y, de este espíritu, nace el que
hoy estemos aquí; y, de ese espíritu, debe nacer el que, dentro de
un tiempo, volvamos a sentarnos para repasar este tema. Si queremos
hacer una ciudad más unida y cívica, debemos hacerla entre todos.
Quizá el tema más mediático de la
futura ordenanza sea el del botellón. Hay un dato muy
significativo para entender el fenómeno social en los jóvenes del
botellón. Un 80’4% de los universitarios dicen practicar
esta forma de ocio nocturno, es decir, una inmensa mayoría de los
jóvenes que mañana estarán llamados a conducir nuestra sociedad
son clientes habituales de esta práctica. Esto significa dos cosas
que hay que tener muy presentes: en primer lugar, que se trata de una
realidad social común a todos los jóvenes y, en segundo
lugar, que no se relaciona este fenómeno con ningún tipo de clase
especial de joven, ni por su educación, ni por su renta, ni por sus
principios o creencias. Se trata, por tanto, de un fenómeno
transversal a toda la juventud y, como tal, hay que tratarlo y, para
regularlo, primero hay que entenderlo porque, en caso contrario,
todos los esfuerzos serán en vano.
Dicho esto, desde Nuevas
Generaciones de Gijón planteamos lo mismo que ya hemos planteado
a la opinión pública gijonesa. Nuestra postura siempre puede ser
debatida, puede ser consensuada con otras fuerzas y estamos
dispuestos a ceder en diversos aspectos. Sin embargo, existen tres
líneas básicas sobre las que se asienta nuestra postura que son
innegociables: no a la prohibición, no a los “botellódromos”
y si a la concienciación y la educación.
No a la prohibición porque, a
nuestro juicio, tratar de suprimir una realidad social a golpe de
ordenanza no es el camino. No es el camino porque ese 80’4% de los
jóvenes no va a desaparecer porque un papel así lo indique, como
mucho se esconderán o se enfrentarán a un apartheid social; es
decir, no se afrontará el problema, se esconderá por los
rincones de nuestra ciudad. Si eso es lo que se quiere, si esconder a
estos jóvenes es la piedra angular de esta normativa, díganlo.
Pero, si es así, no vengan mañana diciendo lo que les importa la
juventud porque no habrán hecho una política valiente que afronte
sus problemas o que intente comprenderlos. Simplemente, los habrá
convocado al ostracismo, tachando sus actividades de perniciosas para
el resto de la sociedad y expulsándolos de ella sin atisbo de haber
intentado, al menos, conciliarlos con la sociedad. Prohibir debería
ser el último recurso ante males insalvables y, en torno al fenómeno
del botellón, ni se han probado otras medidas de actuación, ni es
un mal insalvable para nuestra sociedad. Prohibir es el camino
político fácil pero no el correcto y el tiempo les dirá a quienes
extienden el imperio de la ley más allá de donde abarca que, estas
actuaciones, no solucionan los problemas. Escuchen esto, si hoy
prohibimos, esos jóvenes que hoy hacen botellón y que se sentarán
dentro de unos años en el salón de plenos de nuestro ayuntamiento,
hablarán de botellón y tendrán que volver a abordar el tema. Eso
sí, tendrán como referencia una ordenanza indicándoles lo que no
se debe hacer.
No a los “botellódromos”
porque es vendarse los ojos y expulsar el problema de la sociedad
creyendo que no existe. Sin embargo, no quiero extenderme mucho sobre
el tema ya que, según los planteamientos de esta comisión, esta
actuación parece totalmente descartable. Sólo un apunte, crear
guetos sólo puede generar subculturas, jóvenes que aislados de la
sociedad cultivan su desprecio hacia ésta. Un botellódromo no suma,
no construye ciudad y no soluciona los problemas que aquí se
plantea, sino que genera un espacio para que se retroalimenten.
Y, finalmente, si a la
concienciación y a la convivencia. Porque es por ahí por donde
se deben empezar a solucionar los problemas, esta ordenanza debe
empezar en las escuelas y en las familias. No podemos pretender que
un día caiga del cielo una normativa que trata de cambiar hábitos y
conductas de una población y, porque sí, ésta se empiece a
cumplir; es algo completamente irreal. Debemos empezar a hacer
responsables a los padres de los comportamientos de sus hijos,
debemos incluir la corresponsabilidad del núcleo familiar y fomentar
que en éste se inculquen valores de convivencia cívica. También en
las escuelas debemos empezar a enseñar valores y principios para la
convivencia, enseñar la cara amarga de la premisa “la calle es
tuya” porque, si en las escuelas no se corrigen comportamientos que
lastran la convivencia, no podemos pretender que mañana no se
reproduzcan esos mismos comportamientos en la calle. Además, no
podemos creer que las sanciones económicas solucionan todo porque
aquellos que tienen dinero podrán seguir viviendo mientras pisotean
los derechos de sus conciudadanos. Trabajos a la comunidad
relacionados con el mal infringido a la sociedad, esa es la mejor
pedagogía: quien ensucie que limpie, quien veje que se enfrente a
los males de quien ha vejado, quien destroce que repare.
Tras estos tres ejes en los que se debe
basar la política del botellón, podemos hablar, ceder, juntar
posturas y debatir. Nosotros estamos abiertos a sumar y a
sumarnos a una ordenanza que ayude a convivir y que sólo puede salir
de la unión de ideas. Podemos tratar la regulación de ciertas zonas
para esta práctica, estudiar un plan de trabajos a la comunidad
mixto con sanciones económicas, acordar políticas de actuación
directas. Estamos dispuestos a hablar todo, desde la coherencia con
nuestra juventud, pero todo. Es más, queremos hablar de todo y
sumar. Realmente queremos una solución y lucharemos porque así sea.
Llegados a este punto es hora de
acabar. Pero antes queremos dar pie a una última reflexión. La
juventud no se está perdiendo, la juventud está viva y va a liderar
el futuro, lo hará bien y se enfrentará a hechos históricos de una
manera brillante, estaréis orgullosos de nosotros. Por eso os
pedimos que no nos criminalicéis, que intentéis comprendernos y que
nos llaméis a comprender los motivos de nuestros mayores. Tras
muchos años de inacción, se abre la puerta a una ordenanza que
ayude a convivir y se hace tarde, muy tarde, cuando ya la reactividad
de los grupos a las posturas contrarias está a flor de piel, por eso
el esfuerzo es doble: primero comprender y luego aunar. Ya lo hemos
citado pero queremos concluir con ello. El enfrentamiento al que se
ha llegado por dejar que las cosas marcharan a su aire es el más
bochornoso al que nos hemos enfrentado en mucho tiempo: nuestros
jóvenes contra nuestros mayores y nuestros mayores contra nuestros
jóvenes. Así que, por el bien de Gijón, solucionémoslo.
Andrés Ruiz, Vicesecretario Nuevas Generaciones del Partido
Popular de Gijón.
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