sábado, 7 de abril de 2012

Enterremos el odio

A lo largo de la historia, España ha sufrido demasiado por los odios cainitas y los enfrentamientos fraticidas que asolaron nuestro país. Son nuestro pasado, forman parte de nuestra historia y deben recordarse como un obstáculo para nuestro crecimiento y desarrollo como nación.

Los jóvenes debemos ser quienes enterremos esa concepción tan dañina para nuestro pueblo, quienes apartemos esos odios y esas rencillas que nos impiden ver un futuro del que somos protagonistas.

Sin embargo, me alarma ver a algunos grupos de jóvenes que no quieren apostar por este camino. Jóvenes que prefieren centrar su discurso en las guerras de nuestros abuelos, abriendo heridas que deberían estar cicatrizadas. Jóvenes que prefieren mostrar su desacuerdo con determinadas decisiones políticas tomando las calles, utlizando la violencia y enfrentándose a trabajadores que sólo pretenden realizar sus labores cotidianas. Jóvenes que portan símbolos de otros regímenes y cantan himnos que causaron demasiado dolor. Jóvenes que intentan cambiar la sociedad desde las plazas públicas, despreciando instituciones que costó mucho sufrimiento levantar.
Ver a representantes de Juventudes Socialistas, de la juventud de Izquierda de Unida y de nuestros sindicatos adoptando estas posturas es algo preocupante. Que los llamados a liderar una izquierda democrática tilden a todo aquél que no piense como ellos de “fascista” o “heredero de los golpistas”, no sólo demuestra una escasa preparación intelectual, sino que nos indica una absoluta falta de tolerancia y de desapego por aquella máxima: “no comparto tus ideas, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarlas”.

Observar a estos jóvenes utilizando una terminología belicista en las redes sociales, señalando a enemigos, invitando a la rebelión en las calles, poniendo como ejemplos a países donde la libertad brilla por su ausencia… Sus mayores, sus actuales jefes, nunca han querido abandonar ese discurso por la rentabilidad política y electoral que extraen del mismo; por esa creencia de que el miedo y la “tensión” les permitirán abordar las instituciones. ¿No es hora de que rompáis con esto?

Pero las nuevas generaciones de nuestro país no seguimos ese camino. Es cierto que estamos indignados y dolidos por nuestra situación, por la irresponsabilidad y la incapacidad de quienes nos gobernaron durante los últimos años y por el duro camino que nos han obligado a recorrer. Sabemos que el 50% de nosotros está en paro, que nuestras condiciones laborales impiden nuestra emancipación y el aspirar a vivir como nuestros padres, que muchos han tenido que marcharse fuera de nuestras fronteras para poder trabajar, que hemos estudiado en un sistema educativo fracasado y que las administraciones dificultan nuestros proyectos emprendedores y nuestros sueños para el futuro.

Por ello, por ser conscientes de esta realidad, la mayoría de los jóvenes apostó por un cambio político en nuestro país. Por un nuevo proyecto político reformista que intente solucionar los gravísimos problemas en los que unos irresponsables (de quienes no olvidamos sus nombres y apellidos) nos han metido. Por unos líderes políticos preparados, responsables, moderados y dialogantes que nos abran al mundo y a la modernidad.

Ese cambio lo hemos conseguido de una forma tranquila, sosegada y moderada. Lo hemos logrado mostrando nuestro indignación y nuestra confianza por un futuro mejor en las urnas, alejándonos de los gritos, la violencia y las amenazas. Y queremos que ese cambio sea imparable, que continúe su camino sin importarle lo que unos pocos, más interesados en rescatar un pasado digno de olvidar, sean capaces a hacer por ponerle freno.
“Una de las dos Españas ha de helarte el corazón” decía el poeta. Venzamos de una vez a nuestro pasado e impidamos que esto suceda. Los jóvenes tenemos la palabra.

DAVID GONZÁLEZ MEDINA, PRESIDENTE DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN.

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