La oposición se opone frontal y radicalmente a los PGE presentados por el gobierno de Rajoy. Hace oídos sordos a la buena acogida que han tenido en las instituciones europeas. No presta atención a los análisis de los especialistas y, por supuesto, desprecia el juicio ponderado de los medios de comunicación más solventes de España y Europa. Tampoco le importa la situación de emergencia nacional en que el propio PSOE ha dejado a España. Y, por supuesto, no quiere negociar con el gobierno nada. El pacto no es algo que entre en el discurso socialista.
El único objetivo "político" de los socialistas tiene un carácter revolucionario: se trata de derribar el gobierno sin reparar en costes. Haga lo que haga el Gobierno de España, incluidas las medidas que continúen lo iniciado por el gobierno de Rodríguez Zapatero, hay que estigmatizarlas con los modos propios de Rubalcaba: agitación, propaganda y violencia calculada... La sintonía del PSOE con los piqueteros, los revolucionarios calvos y con coletas, que incendian el mobiliario urbano para derribar el sistema, y el socialismo de Marinaleda es absoluta. Todo es brocha gorda. Ira resentida y revolucionaria.

Esta decisión, en mi opinión, es la más política del gobierno de Rajoy, incluso diría más, creo que es la más rigurosamente reformista de todas las que contienen este Presupuesto, porque, en primer lugar, el propio Gobierno ha tenido que cambiar de criterio ante una situación extremadamente difícil y complicada. O sea, estamos ante un gobierno serio y pragmático; se trata de un gobierno que antes le preocupa España que los votos. En segundo lugar, con esta medida el Gobierno sigue políticas que han sido respaldadas en la UE, e incluso fueron propuestas en el pasado por los socialistas, pero no se llevaron a cabo porque eran impopulares. Rajoy prefiere la política a la demagogia. En fin, en mi opinión, reitero que amnistiar a los defraudadores de la hacienda pública da la justa definición de un Presupuesto genuinamente político, o sea, reformista; con esta medida se matan varios pájaros de un tiro: primero, a los defraudadores, en vez de hacerlos más gravosos para el Estado mandándolos a "galeras", se les incorpora al orden de obediencia del Estado Fiscal; segundo, los que han cometido delitos fiscales pagan por blanquear su dinero un 10%; y, en tercer lugar, sus activos son incorporados a la normalidad de la economía española. La medida, pues, aumenta la legalidad y legitimidad del Estado de Derecho. Esto es, reitero, política contra demagogia.
AGAPITO MAESTRE
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