Martín Garitano (ABC) |
Esto ha traído aparejado el aumento de incidentes en la calle. Algunos asociados a la euforia terrorista tras la toma del poder –caso del famoso montaje en Leiza y en otros pueblos, con las fiestas patronales utilizadas para la apología de ETA–; otros de refundación de la kale borroka bajo las faldas de movimientos ocupas y del 15M, como denunció el alcalde peneuvista de Bilbao a propósito de los graves incidentes del 24 de septiembre. También están las crecientes amenazas e insultos a víctimas o políticos no nacionalistas. A lo que se suman otros sin violencia explícita, con actos de exaltación de terroristas o de vejación y humillación de las víctimas.
Esta situación de violencia fría, de baja intensidad y extendida e institucionalizada, se explica por las exigencias que el proceso impone al Gobierno. El Gobierno vasco y el de Zapatero velan por el éxito de la negociación, lo que implica ocultar o disculpar la situación generada. El discurso de Patxi López esta semana –convertido de facto en portavoz de los presos de ETA, defendiendo los intereses por éstos expresados días antes–; las intoxicaciones filtradas y publicadas por prensa afín; la política de beneficios penitenciarios a los etarras que emana de Interior; el trabajo a destajo para legitimar internacionalmente el pacto; y el control político de Rubalcaba, recubren por encima esta lamentable situación, legitimándola.
El salto al vacío dado por el PSOE respecto a ETA empieza a mostrar algunos efectos como los señalados: la degradación del Estado de Derecho, la pérdida de vigencia del ordenamiento constitucional, el retraimiento de los no nacionalistas. A la presión creciente de los etarras y las quejas de las víctimas, los socialistas aún responden con un "peor estaríamos con atentados", perpetuando aún más la presión y la soledad ante el terrorismo frío que se extiende por el País Vasco.
GRUPO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS.
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