jueves, 29 de septiembre de 2011

La España que nos queda

Con la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones, el gobierno de Zapatero toca a su fin, con un Presidente que hace mutis por el foro mientras su hombre fuerte, Alfredo Pérez Rubalcaba, apela a la memoria selectiva prometiendo medicinas que no supo aplicar, ni siquiera proponer, durante los siete años que estuvo en el Consejo de Ministros. Al final, y como cabía esperar, la gestión socialista deja a España y, en especial a sus jóvenes, en una situación agónica, ansiando un gobierno que vuelva a generar ilusión en ellos.

Tras haber prometido en 2008 el pleno empleo, Zapatero se va del palacio de La Moncloa con casi cinco millones de parados y un paro juvenil del 46%. Estos datos demuestran una gestión nefasta del empleo, resultado de haber ensalzado a los sindicatos y destruido a los empresarios. El gobierno saliente ha tenido el dudoso honor de haber destrozado la capacidad productiva de nuestro país, de haber engordado las cifras de empleo público y de haber aplaudido el gasto frenético e insostenible de la Administración Pública. De esta manera, los emprendedores quedaron reducidos a unos pocos héroes locos, mientras que el Consejo de Ministros precarizaba el empleo aceptando que se pudiesen volver a encadenar contratos temporales de manera indefinida, lo que condena a los jóvenes a la inseguridad laboral más absoluta por ser los más afectados por este tipo de contratación.

Pero de entre los ministros de Zapatero hubo uno que, falto de escrúpulos o de vergüenza, tiró de hipocresía, de ese instinto salvapatrias que tanto abunda en el socialismo español, y que dio un paso al frente para separarse de la miseria que él ayudó a crear. El “señor Rubalcaba”, como quiere que le llamen, ya no es de Zapatero y, por lo que cuenta estos días, su afán de cambiar el mundo que él ayudó a destrozar parece un ataque de bipolaridad política bastante preocupante. Con cientos de miles de jóvenes engrosando las listas del paro, con unas universidades que no tienen ni para pagar las nóminas y con una conflictividad social latente que se demostró con el 15M, Alfredo ni quiere ni puede explicar dónde está ese mundo utópico que su gobierno había prometido para la juventud.

ANDRÉS RUIZ RIESTRA, VICESECRETARIO GENERAL DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN.

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