miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Por qué el Partido Popular? ¿Por qué Pilar?

Si uno se pone a escribir, después de mucho papel gastado en miles de cosas, y repasa un poco todo lo que algún día publicó o guardó para sí, criticó o ensalzó, recordó o reprochó, descubre que, tras ya un año y medio haciendo (o tratando de hacer) política a nivel amateur, poco o nada tan importante pudo haber dicho como para eclipsar, siquiera parcialmente, este espacio que hoy me concede Nuevas Generaciones y, por ende, todo el Partido Popular. Es, por ello, que aquí me lanzo a lo que posiblemente sea el principio de lo más importante que haya podido escribir hasta la fecha. Es, al fin y al cabo, un resumen de todas aquellas razones por las que no sólo votaré al Partido Popular de Gijón el 22 de mayo, sino por las que creo que toda la sociedad gijonesa debe hacerlo, incluyendo de paso aquellas que motivan que día a día siga trabajando en este proyecto del que me siento orgulloso de formar parte.
Sin embargo, si alguien espera una columna plagada de sectarismo y culto al líder, de mí no será de quien salga, considero que no es mi estilo ni el del partido en el que tengo el placer de militar. Quiero hacer un compendio de razones, argumentos, y no de soflamas partidistas de las que el votante, tras ya varios meses con los partidos políticos detrás de la oreja, estará bastante cansado. Entonces, ¿por dónde empezar?, ¿por qué parcela de la política local y autonómica iniciar mi argumentación? Una difícil decisión si tenemos en cuenta que nos encontramos ante la campaña más convulsa que Asturias ha llegado a conocer, sin embargo, esto tiene que empezar a caminar.
No podemos obviar que nuestra ciudad lleva gobernada por el Partido Socialista desde los inicios de la democracia, 32 años y un bagaje que acumula los desmanes de la política de la improvisación. Gijón es una ciudad grande dentro del territorio español que ha sufrido los peores trazos que la reconversión industrial ha dejado en nuestro país, se ha hecho fuerte a costa del sufrimiento de muchas personas y ha salido en la prensa nacional enseñando su mejilla más golpeada. Hemos visto una ciudad que siempre ha tenido la resistencia de Naval Gijón como el icono que presentar al mundo, una ciudad empobrecida y sin futuro pero con el no pasarán como lema en su trinchera. Lejos de juzgar a quienes en su día defendieron su pan frente a un gobierno, socialista por cierto, quiero decir que, para bien o para mal, el espíritu del gijonés se ha visto marcado por ellos y eso, al igual que otros muchos iconos culturales, hay que respetarlo e integrarlo en la visión de nuestra ciudad.
Sin embargo, lo que no podemos aceptar o, mejor dicho, lo que no se puede tolerar es que la ciudad en la que vivimos, cuna de grandes genios de la historia española, sea reconocida exclusivamente por la ruptura con el civismo. Es más, no se puede tolerar que desde el consistorio gijonés se hayan ensalzado a niveles de héroes locales a Cándido y Morala, mientras Jovellanos esperaba el turno de su bicentenario para tener cabida en el discurso de quienes pretenden gobernar su ciudad natal. Esa es la razón ideológica esencial de por qué Gijón necesita decir adiós a la izquierda. Los referentes que acuñan nuestros líderes son el motor desde el que arranca toda la política que nos tocará vivir y, frente al inmovilismo antisistema de aquellos a quien la izquierda rinde pleitesía, está la derecha que el Partido Popular representa, abanderando una nueva época como en su día Jovellanos abanderó una Ilustración que, por cierto, tuvo a Gijón como uno de sus lugares de entrada en España.
Por otro lado, además de mirar nuestras raíces y símbolos, debemos recordar lo que ocurre en nuestro presente. Las cifras del paro abruman a todo aquel que tenga la valentía de asomarse a ellas, en nuestra ciudad hay 25.000 personas que quieren y no pueden trabajar. Pero no quiero ahondar más en el dato, lo que quiero preguntarme es si, a día de hoy, en Gijón existe alguna perspectiva de cambio, de convertirse en motor de algo, de no seguir a rebufo de grandes empresas que hoy vienen pero que, como nos ha demostrado la historia de nuestra ciudad, también se irán dejando, una vez más, trincheras de neumáticos ardiendo y guerras callejeras de una ciudad que nunca supo calibrar su economía.
Nunca debemos dejar atrás la implantación de grandes multinacionales en nuestro suelo, sin embargo, aún menos podemos olvidar a las pequeñas y medianas empresas, a los pequeños comercios y a los autónomos. Estos empresarios, trabajadores y comerciantes son quienes dan verdadera vida a la economía de nuestra ciudad, son quienes generan más empleo y quienes se rigen por un sistema que reparte de una manera más efectiva la riqueza entre la población, sin necesidad de grandes políticas sociales, simplemente por su naturaleza de cercanía entre empresario y trabajador, por los horizontes de prosperidad que ofrecen y por la estabilidad que generan en una economía que se nutre de ellos.
Aún así, son los verdaderos damnificados de la política económica local. Sólo de esta manera podemos explicar que, mientras Santiago Martínez Argüelles se hace la foto de campaña felicitándose con las grandes empresas de nuestra ciudad, un paseo por el muro sea una colección de carteles de “se traspasa”, “descuento por liquidación” o “se alquila”. Todos los gijoneses, o al menos los que viven con los pies en la tierra, conocen o padecen casos de verdadera angustia económica, de magia para llegar a fin de mes o tragedias que tienen como único factor común la falta de dinero. Esto, y perdonad que sea tan directo, es culpa de aquellos que se felicitaban y prometían pleno empleo en 2007, que estuvieron a verlas venir abriendo zanjas con el dinero de los contribuyentes, que mes a mes salían sin vergüenza alguna sumando parados en sus ruedas de prensa y que hoy, como la fortuna no sonríe y a las carteras de los ciudadanos les están saliendo telarañas, andan con un cambio de cromos Fernández por Areces, Argüelles por Felgueroso y Zapatero por vaya usted a saber por quién, para ver si a alguien se le olvida que son ellos el factor común del desempleo en toda España.
Frente a ese acoso aparece una línea política que ya generó empleo y que cree en un progreso real de los ciudadanos. El Partido Popular no defiende fórmulas mágicas, ni cree en regalar dinero porque sí, lo siento, para eso ya están otros, los que llevan rigiendo el destino de los gijoneses 35 años. La posición que se defiende es bien fácil: menos impuestos, menos trabas y menos administración pública; lo que se traducirá en más inversión privada, mayor número de emprendedores y mayor solvencia de la administración local. Hoy en día, hay empresas que cierran porque tienen pagos pendientes del Ayuntamiento, hay jóvenes que no saben cómo echar a andar su negocio, hay todo un potencial económico desaprovechado por el quiero pero no puedo porque no me dejan; de ahí sacaremos la materia prima para salir de la crisis. Porque el Partido Popular de Gijón lo deja bien claro en su programa, la única solución es potenciar a los pequeños empresarios y comerciantes, así como a los autónomos. De esta manera podremos olvidarnos del Gijón del año 2011, cementerio de locales en alquiler, para volver a escribir para las próximas elecciones locales sobre un Gijón del 2015, motor de una Asturias renovada.
Y de esta manera, con un Gijón de progreso económico, se logrará un Gijón de progreso social. Cuando nos quitemos la lacra del paro y de la depresión económica, cuando las personas no tengan miedo a perder su salario, y cuando el futuro aparezca para muchos lejos de las listas del paro empezará el cambio social que Gijón demanda. Una sociedad sana económicamente, supone una ciudad que luce en sus días especiales, a más progreso habrá una sociedad más abierta al mundo. Por eso, porque confiamos en que nuestras políticas económicas funcionarán porque son las que más se ajustan a la realidad, creemos que podremos echar a andar programas culturales innovadores, reformar una ciudad que se está quedando estancada a nivel urbanístico y crear un Gijón reconocido por su buen hacer turístico. Pero, antes de nada, este es el tejado de la casa y hay que desconfiar de aquellos que tratan de empezar por aquí. Por eso, siempre me ha llamado a dudar quien promete crear las pirámides del siglo XXI y se olvida de que no hay empleo ni para los esclavos. Una vez más, confío más en quien me dice, primero el empleo y las personas, y luego nuestros proyectos. Una vez más, es el Partido Popular quien anda con los pies en la tierra frente a quienes sólo alimentan gigantes con pies de barro.


ANDRÉS RUIZ RIESTRA, VICESECRETARIO GENERAL DE NN.GG. DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN

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