Dos de las situaciones más
terribles para la humanidad puesto que son un atentado directo contra la
dignidad humana han sido el totalitarismo y la esclavitud. Fueron únicamente
nuestras ideas las que frenaron e intentaron terminar, muchas veces lo consiguieron,
con ambas situaciones. En los dos supuestos fue nuestra versión conservadora la
que lo logró.
En el tema de la abolición
de la esclavitud debemos sentirnos especialmente orgullos, como en muchísimos
otros casos, ya que lograron, nuestras ideas, terminar definitivamente con esta
institución jurídica (institución jurídica que no existiría si se formase más,
incluso en aquella época, en un correcto “iusnaturalismo”) en dos de las
mayores potencias de la historia de la humanidad como son el actual Reino Unido
y Estados Unidos (en España siempre fue menor la influencia de esta
institución, gracias a un fuerte compromiso moral de los gobernantes de estas
tierras, previos a Felipe II).
El caso de Estados Unidos es
muy conocido al ser el GOP (Partido Republicano, partido conservador del buen
conservador Estados Unidos) con Lincoln a la cabeza el que promueve y aprueba
la enmienda que termina con una gran anomalía en la propiedad (institución que
debe ser protegida) y sin contar con el suficiente respaldo del Partido Demócrata,
como todos conocemos, históricamente el progresismo ha sido el mayor defensor
de que las personas fueran esclavizadas, especialmente si tienen otro color de
piel.
No obstante, debemos
centrarnos en el caso de Reino Unido al tener un componente mucho más heroico.
En esta nación un grupo muy pequeño de conservadores-cristianos logró con su
esfuerzo constante, durante 20 años, poner fin al comercio de personas. La
figura principal de este movimiento fue W. Wilberforce, parlamentario
conservador por Yorkshire, quien también intentó poner fin al mal entendido multiculturalismo
mediante la introducción del cristianismo en la India.
En este país (India) existía
otra horrible “práctica” que consistía en quemar vivas a las viudas junto al
fallecido marido. Es muy interesante la reacción de un comandante en jefe
británico (J. Napier) ante los movimientos multiculturales que pretendían
justificar la práctica al decir el comandante: “Mi nación también tiene una
costumbre: cuando los hombres queman vivas a la mujeres, los ahorcamos.
Actuemos cada uno con arreglo a nuestras costumbres nacionales.” Lógicamente la
costumbre salvaje pronto dejó el paso libre a las buenas costumbres que deben
ser guardadas ya que el Bien siempre triunfa sobre el Mal. Debemos estar muy
orgullosos de nuestras buenas ideas.
ALEJANDRO VEGA LÓPEZ.
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