domingo, 27 de julio de 2014

Los asturianos pagamos impuestos como si fuéramos ricos

Asturias es la décima comunidad de España en renta per cápita, pero la sexta que más impuestos entrega al Estado. El desembolso en tributos de cada asturiano sobrepasa en 552 euros la media nacional, según revelan las cuentas territorializadas sobre los ingresos y los gastos de la Administración central, las famosas balanzas fiscales, publicadas esta semana por el Ministerio de Hacienda. Sólo las autonomías verdaderamente ricas, como el País Vasco, Navarra, Madrid, Cataluña o Aragón, presentan una contribución mayor. Los asturianos hacen, en proporción, un esfuerzo para garantizar la cohesión muy por encima de su escasa riqueza.

La comunidad, no obstante, recibe más dinero del que sus ciudadanos tributan debido a los desembolsos que el erario necesita afrontar cada mes para sufragar jubilaciones y prejubilaciones. Eso no significa regalía alguna, otros trabajadores en las mismas circunstancias, de Albacete o de Guadalajara, de Cáceres o de Teruel, gozan de un trato idéntico. Es sólo la consecuencia de una población mayor y de la reconversión industrial. Como argumenta el autor del informe, el economista asturiano Ángel de la Fuente, en una circunscripción envejecida que presenta un saldo positivo debido a los ingresos por pensiones "es complicado hablar de privilegios". La jubilación es una prestación devengada por años y años de cotización a la que todos los españoles acceden sin que haya, como en otras cosas, diferencias. Los pensionistas que suma Asturias, igual que los vascos o los catalanes, conquistaron ese derecho con las altas aportaciones que hicieron mientras trabajaron.
Las balanzas desnudan falsos mitos. No hay discriminaciones graves. Quienes más descontentos se sienten con el resto de los españoles son los primeros que deberían permanecer callados. La única injusticia sangrante en el reparto de los recursos la constituyen los regímenes forales del País Vasco y Navarra. Aventajan en dos mil euros por habitante a cualquiera. Disfrutan, además, de una menor presión del Fisco que les permite practicar una competencia desleal. La subvención implícita que les concede el resto de las provincias, al enjugar el coste de los servicios que no cubre su raquítica cuota a la caja común, consolida esta intolerable prebenda.

Cataluña, campeona del descontento y del agravio, presenta un desfase bastante inferior a Madrid y en realidad viene reduciendo desde 2005 el desequilibrio como nadie ha conseguido hasta la fecha. Siempre a costa de que el Estado multiplique allí sus inversiones. Cuando toque confeccionar la balanza de este año ¿los 12.000 millones de todos los españoles que costó el saneamiento de la banca catalana a qué autonomía habrá que cargárselos como beneficiaria? Valencia, Murcia y Baleares, por el contrario, sí salen perjudicadas.

Los impuestos los pagan los individuos, no sus cantones. Es un contrasentido de difícil explicación que quienes reclaman progresividad en el IRPF, y exigen que contribuya más el que más posee, se nieguen a aplicar esta lógica a los territorios, escandalizándose porque a los boyantes retorne menos. El análisis de De la Fuente, después de darle vueltas a miles de magnitudes, alerta sobre 11.400 millones de euros distribuidos "de una forma cuestionable", un 1,1% del PIB. Tratando de lo que tratamos, una partida modesta que no debería representar ningún obstáculo para garantizar la equidad. Sí resulta alarmante la advertencia de que los ciudadanos ya no tienen el grado de igualdad en las prestaciones "que sería razonable". Los españoles deben recibir una asistencia de calidad en condiciones equivalentes con independencia del lugar en donde decidan establecer su hogar.
Asturias necesita espabilar y darse prisa en mejorar su posición en España para alcanzar a las comunidades que progresan. En otras ocasiones de su pasado la región escuchó mensajes parecidos, pero los tomó con similar incredulidad que los pastores del cuento del lobo y las ovejas. En un mundo de por sí cambiante, en el que la recesión aceleró todavía más las transformaciones, no queda apenas margen. Quienes se duerman quedarán descolgados, esta vez de verdad. Lo sólido ha desapareciendo. No hay que engañarse con la falsa idea de que nunca va a ocurrir nada.

La balanza fiscal revela que la gran asimetría del Principado es su dependencia de las clases pasivas. España lidera la clasificación de esperanza de vida en la UE, un dato muy positivo, pero que implica que habrá que hacer esfuerzos durante largo tiempo para cuadrar las cuentas y equilibrar los sistemas de salud y de pensiones.

Asturias, periférica en una España de por sí extrarradio de Europa, necesita crecer a un ritmo más acelerado que los mejores si quiere acortar distancias con el Norte desarrollado. Y eso significa multiplicar el empleo, el tamaño de la economía y los beneficios de las empresas para que la recaudación aumente exponencialmente por la actividad, y no por gravámenes confiscatorios. Como afirma el economista Laffer, a la larga no hay salida posible subsidiando a la gente por permanecer de brazos cruzados. Claro que hay que distinguir entre quienes lo hacen por gusto y quienes no tienen alternativa porque la sociedad les cierra las puertas al trabajo.

EDITORIAL DE LA NUEVA ESPAÑA

No hay comentarios:

Publicar un comentario