La semana pasada se licitaron tres millones de euros para una serie de
obras en nuestro aeropuerto, inversión que, en sí misma, debería alegrar
a "algunos", si no fuera porque les llevaría a tener que admitir
realidades tan duras como que el Gobierno del PP invierte en Asturias, y
eso sí que no. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Es entonces cuando se ponen
frenéticamente a pensar y pensar hasta que alguien ve la luz. ¡Ajá! 1,5
millones son para modificar la pista e implica "reducir" en 150 metros
el umbral disponible para el aterrizaje. ¡Lo tenemos! El resto, brocha
gorda como es su costumbre. ¡Nos quieren acortar la pista! -hombre, a
nadie le gusta que le acorten las pistas, donde va a parar...-. Y a
falta de motivo para "tamaño recorte", tiraron de manual de primero de
socialista y ¡zas! Se abrió él solo por la "p" de ese motivo oscuro que
siempre alienta tras la malvada derecha. ¡Privatización! -tengo que
confesar que por más que me esfuerzo no acabo de ver yo la relación
entre 150 metros de pista y privatizar un aeropuerto, pero...
¿La
realidad? Pues que por el real decreto 862/2009, en todos los
aeropuertos españoles y antes de 2016 hay que cumplir un convenio sobre
aviación civil internacional que fue asumido por España en 2009 -o sea,
en tiempos de Zapatero, por tanto fue un convenio firmado con mucho
"talante", que conste- que obliga a acreditar una serie de nuevos
requisitos de seguridad y que establece que las inmediaciones a las
cabeceras de las pistas tienen que estar libres de obstáculos o que en
caso de haberlos deben ser lo suficientemente frágiles como para
romperse en caso de contacto con el avión -esto parece sensato, sobre
todo cuando uno está dentro de ese avión.
En nuestro caso, la
cabecera 29 tiene, a 175 metros, todo ese entramado -que vemos al
aterrizar cuando se hace la aproximación desde Avilés y no desde el mar-
de postes metálicos rígidos que forman parte del sistema que llamamos
coloquialmente "antiniebla", porque dan apoyo al piloto en condiciones
de baja visibilidad al "advertir" al radioaltímetro de la altura a la
que está volando con respecto a la pista -y no con respecto al fondo del
valle donde están anclados- y que en su límite más externo, a 300
metros de la cabecera, provoca un "salto" en lectura que estaría bien
eliminar, tal y como han expresado públicamente aerolíneas y pilotos.
Frente
a este problema había dos soluciones posibles: una, rellenar y alargar,
y la otra, reducir el umbral de aterrizaje de una de las cabeceras.
Claro, "alargar", "agrandar" es más bonito, más vendible políticamente,
muy "grandón", sólo faltaría. Como en "los viejos tiempos". Sólo que con
un coste que pasaría de 1,5 millones a 4 millones de inversión. Porque
los otros 1,5 millones licitados en ese paquete de 3 millones son para
otras obras necesarias, así que serían "a mayor abundamiento". Y bien...
aun así, cabría valorarlo. ¿Sería imprescindible? Los socialistas dicen
que sí, claro está. Alegan que limitaría el tamaño de los aviones que
ahora aterrizan. Pero no es cierto. Sin más. No es cierto. El avión más
grande que aterriza en Asturias y cubre rutas transatlánticas es el
Airbus 330, que opera entre Asturias y Lanzarote con Air Europa y
necesita para aterrizar, incluso "cargado y con mal tiempo", una pista
de 1.750 metros, lo que en Asturias, incluso reducido el umbral a 2.050,
supone 300 metros de diferencia. Así las cosas, la solución más viable y
eficaz es "reducir el umbral" del punto de inicio de las operaciones de
aterrizaje por la cabecera 29, trasladando los aparatos de navegación
aérea de esa cabecera 150 metros hacia el interior de la pista y
modificando pintura e iluminación de balizamiento, sin acortarla
físicamente, ni mermar la longitud disponible para el aterrizaje por la
otra cabecera, ni por supuesto los despegues por ambos sentidos.
Pero
toda esta realidad, sensata y válida, que, sin menoscabo alguno de
nuestras oportunidades de atracción por el tamaño de los aviones, aporta
por el contrario un mayor atractivo por seguridad, en un coste
eficiente y suficiente, no les vale a los socialistas asturianos. Ellos
siguen instalados en el "cuanto más grande, mejor", "cuanto más caro,
mejor", que nos llevó a todos a esta crisis horrorosa.
Cuando lo que
realmente importa, sobre todo a la hora de aterrizar un avión es "cuanto
más seguro, mejor". Y en realidad lo que les pasa, mentalidad gastiza y
populista aparte, es que tienen como Gobierno autonómico la
responsabilidad de trabajar para atraer aerolíneas, y, como no lo
consiguen, empiezan a abonar el camino del "es que la pista no vale",
sin pararse siquiera a valorar que, a lo mejor, los que "no valen" son
ellos.
LAURA SAMPEDRO, SENADORA DEL PARTIDO POPULAR POR ASTURIAS
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