domingo, 1 de diciembre de 2013

Otra propuesta fiscal para saquear a la clase media asturiana

Los asturianos ya figuran ahora mismo a la cabeza de España en tributos. Con el paquete de subidas que IU ha dejado esta semana sobre la mesa del PSOE pasarían a soportar una carga récord en el país, acentuando las actuales desigualdades. En lo tocante a sucesiones, puede afirmarse que lo planteado persigue, de facto, la nacionalización de las herencias. Un delirio inaceptable y un golpe tremendo para la clase media.

Los dos grupos de la izquierda han llegado a acuerdos con frecuencia, lo que no significa que entre ambas fuerzas exista un entendimiento fluido. Al contrario, en su relación prima la desconfianza. La coalición considera que sale trasquilada de cada cortejo. Por eso un sector de sus militantes siempre rechaza los acuerdos y otro nada más firmarlos piensa en el momento electoral idóneo para romperlos. Curiosa cultura del pacto la de esta tierra en la que, al contrario que conservadores y progresistas en Alemania, acercarse no significa renunciar hasta hallar la equidistancia, sino que la minoría explote como oro ante la mayoría su voto decisivo. Puede que la misma estrategia que la región vivió con la exigencia de reforma de la ley Electoral, buscar excusas para marcas distancias, esté repitiéndose en este instante a costa de la fiscalidad y los Presupuestos. Pero hay cosas con las que no conviene enredar ante los ciudadanos.

El ahorro de los asturianos en un porcentaje abrumador tiene como destino la vivienda. No es difícil por ello que a la mayoría de los ciudadanos los padres les leguen al fallecer la morada que conquistaron con el sudor de su frente. Un hijo que reciba un piso y una cuenta bancaria que en conjunto no superen los 150.000 euros no tributa ahora por la transmisión. IU de Asturias sugiere situar ese límite exento sólo en 50.000 euros. Colocando ahí el listón, todo el mundo que herede una casa necesitará arrodillarse ante el fisco. No hay residencias tan baratas, y aunque la crisis las deprecie de nada sirve. Hacienda impone el valor del bien con arreglo a su criterio.

Hay que afrontar después las plusvalías, en las que los ayuntamientos también se lucen. Una casa de 125.000 euros y 20 años generaría con las pretensiones de IU 19.000 euros para el Principado por sucesiones y unos 11.000 euros para el concejo por plusvalías: 30.000 euros a desembolsar de una tacada. Añádanse honorarios de notarios, registradores, asesores, abogados, intereses del crédito para satisfacer el tributo -el beneficiario no puede disponer de lo heredado hasta efectuar la liquidación-, nuevas tasas el día en que haya que desprenderse del inmueble para resarcir gastos y la suma produce escalofríos. La ocurrencia de IU no tiene un pase.

El impuesto de patrimonio sólo alcanza a fortunas superiores a 700.000 euros. La reforma de la coalición pretende aplicarlo a quien rebase los 175.000 euros. Atraparía a miles de asturianos: basta con poseer una segunda residencia en el lugar de vacaciones o en la villa de origen; basta con ser de las alas y haber comprado hogar en el área central para que estudien los hijos o para disfrutar de la jubilación en la ciudad. Los socialistas, remisos a tragar con lo de las herencias, no hacen ascos en cambio a este planteamiento. Tomar por rica para estrujarla a gente de lo más normal es la guinda a esa Asturias desierta que algunos andan empeñados en construir.

El sistema fiscal español es injusto e ineficaz. El asturiano, el peor de todos. Reparte mal el esfuerzo, cargado sobre la espalda de los asalariados, y no incentiva la riqueza ni el bienestar. Se aplican tipos como los de Suecia, elevadísimos, para obtener recaudaciones como las de Bulgaria, bajas, por la maraña de exenciones y la evasión. Empiece por ahí la izquierda si quiere hablar en serio del problema, y entierre prejuicios ideológicos desfasados en un mundo en el que ni Rusia ni China condenan ya la prosperidad. Cada vez que intentan eso de "gravar al capital y las grandes rentas" lo único que consiguen es apretar un poco más la soga en el cuello de los ahorradores modestos que dedican su vida al trabajo honrado.

Todo para hacer caja -112 millones, según IU; 42 millones, calcula el PSOE- con la que sufragar salarios sociales y planes de empleo. Con los ingresos fiscales por PIB más escasos de Europa no resulta sostenible un Estado del bienestar entre los más generosos. Si éste es el dilema, exija entonces IU evitar los despilfarros en mastodontes administrativos, en subvenciones a los amiguetes, en kilómetros y comidas de los diputados, en jefaturas a dedo para guarecer a los serviles y en tanta empresa pública inútil antes que esquilmar el bolsillo de los de siempre para obtener un mendrugo hoy aunque el hambre sea nuestro futuro más probable.

En diez años, a la vuelta de la esquina, predice el Instituto Nacional de Estadística, Asturias tendrá pocas personas activas y una legión de jubilados. Pensiones menguantes, solidaridad desdibujada, una financiación comprometida... En vez de convertir el Presupuesto en un instrumento de inversiones productivas que recuperen la actividad y el empleo, a la izquierda ese panorama desolador ni la inmuta. Al crecimiento le cuesta asomarse por aquí. Una subida de impuestos lo espantará definitivamente.

EDITORIAL LA NUEVA ESPAÑA

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