El debate plenario sobre el estado del municipio de Gijón celebrado ayer
durante cuatro horas ha mostrado que la situación política de la ciudad
es más preocupante de lo que parece. Y cuando decimos «situación
política» nos referimos a algo más que el simple debate partidario, por
lo demás muy bajo en estos momentos. La política local es, sobre todo,
claridad en la gestión diaria y visión de futuro de lo que ha de hacerse
con la primera ciudad de Asturias en número de habitantes y actividad
económica, entre otros parámetros de indudable interés. Cuando el actual
gobierno local de Foro Asturias reconoce, en palabras de la alcaldesa,
Carmen Moriyón, que no hay un modelo de ciudad, «que lo tenemos que
hacer entre todos», el ciudadano puede sentirse con toda la razón del
mundo seriamente preocupado.
Un gobierno local que reconoce no
tener un modelo de ciudad a la misma hora que el Gobierno de la nación
está cambiando de forma sustancial la realidad de los ayuntamientos
españoles cumple muy defectuosamente con su papel. El Gobierno de Rajoy
ha decidido, por no entrar en más detalles de los cambios anunciados,
que las empresas municipales no podrán tener pérdidas. Por lo pronto,
Gijón sólo podrá quedarse con la Empresa Municipal del Agua (EMA) o la
de basuras (EMULSA). Los servicios sociales, tan polémicos en Gijón
desde la llegada de Moriyón a la Alcaldía, dejarán de ser competencia
municipal. Y no digamos los autobuses urbanos, con un déficit
estructural que seguro que viene desde que la actual empresa sustituyó a
los históricos tranvías, tan recordados en el acervo popular gijonés.
Foro
Asturias confesó sin rubor, pues, que no tiene en su cabeza la ciudad y
que su gestión se limita a mantener la estructura que a lo largo de más
de tres décadas había montado el PSOE. La propia líder de los populares
asturianos, Mercedes Fernández, reconocía anteayer que el gobierno
forista ha perdido la oportunidad de hacer el gran cambio que había
prometido en la campaña electoral y por el que, bien o mal, apostó el
propio PP dando los votos precisos para la llegada de Moriyón a la
Alcaldía hace ya más de dos años.
El debate del estado del
municipio provocó que el PSOE pidiera la dimisión de la Alcaldesa y que
ésta retara a los socialistas a que presenten una moción de censura. Dos
peticiones con las cartas marcadas porque Santiago Martínez Argüelles
sabe que Moriyón no va a dimitir y ésta sabe que el Grupo Socialista no
tiene votos para una moción de censura imposible.
La ruptura
entre el PP y Foro se escenifica con cuidados matices. Los populares
exigen a los gobernantes locales una rectificación en profundidad de su
gestión y actitudes y éstos responden a la líder regional, ahora mismo
la gran rival del presidente de Foro, Álvarez-Cascos, que los suyos han
de colaborar al «cambio histórico» de la ciudad que, dicho sea de paso,
no se ve por ningún lado, salvo que se considere así al festival del
Arco Atlántico, la penúltima ocurrencia del concejal de Cultura, Carlos
Rubiera, que ha traído a Gijón una copia mala del Festival de Lorient,
consolidado desde hace décadas y relanzado por un asturiano.
El
debate de ayer ha confirmado lo que el ciudadano nota por encima del
jolgorio veraniego: la ciudad está parada en momentos en los que tenía
que estar muy viva y muy unida para beneficiarse de la salida de la
crisis. El urbanismo sufre un parón dañino para los intereses locales,
con el riesgo añadido de las reclamaciones millonarias de los afectados
que ponen en grave riesgo las finanzas municipales. El paro es el más
alto de la historia sin que se vislumbre ni un solo nuevo proyecto
industrial de cierta entidad. El Puerto no termina de sacar fruto de su
multimillonaria ampliación y la ZALIA no tiene visos de arrancar. Ante
tal panorama, la Alcaldesa se limita a reconocer su falta de ideas y a
culpar al Principado y al Gobierno central. Preocupante gobierno
municipal.
EDITORIAL LA NUEVA ESPAÑA
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