domingo, 28 de julio de 2013

El preocupante estado del municipio

El debate plenario sobre el estado del municipio de Gijón celebrado ayer durante cuatro horas ha mostrado que la situación política de la ciudad es más preocupante de lo que parece. Y cuando decimos «situación política» nos referimos a algo más que el simple debate partidario, por lo demás muy bajo en estos momentos. La política local es, sobre todo, claridad en la gestión diaria y visión de futuro de lo que ha de hacerse con la primera ciudad de Asturias en número de habitantes y actividad económica, entre otros parámetros de indudable interés. Cuando el actual gobierno local de Foro Asturias reconoce, en palabras de la alcaldesa, Carmen Moriyón, que no hay un modelo de ciudad, «que lo tenemos que hacer entre todos», el ciudadano puede sentirse con toda la razón del mundo seriamente preocupado.

Un gobierno local que reconoce no tener un modelo de ciudad a la misma hora que el Gobierno de la nación está cambiando de forma sustancial la realidad de los ayuntamientos españoles cumple muy defectuosamente con su papel. El Gobierno de Rajoy ha decidido, por no entrar en más detalles de los cambios anunciados, que las empresas municipales no podrán tener pérdidas. Por lo pronto, Gijón sólo podrá quedarse con la Empresa Municipal del Agua (EMA) o la de basuras (EMULSA). Los servicios sociales, tan polémicos en Gijón desde la llegada de Moriyón a la Alcaldía, dejarán de ser competencia municipal. Y no digamos los autobuses urbanos, con un déficit estructural que seguro que viene desde que la actual empresa sustituyó a los históricos tranvías, tan recordados en el acervo popular gijonés.

Foro Asturias confesó sin rubor, pues, que no tiene en su cabeza la ciudad y que su gestión se limita a mantener la estructura que a lo largo de más de tres décadas había montado el PSOE. La propia líder de los populares asturianos, Mercedes Fernández, reconocía anteayer que el gobierno forista ha perdido la oportunidad de hacer el gran cambio que había prometido en la campaña electoral y por el que, bien o mal, apostó el propio PP dando los votos precisos para la llegada de Moriyón a la Alcaldía hace ya más de dos años.

El debate del estado del municipio provocó que el PSOE pidiera la dimisión de la Alcaldesa y que ésta retara a los socialistas a que presenten una moción de censura. Dos peticiones con las cartas marcadas porque Santiago Martínez Argüelles sabe que Moriyón no va a dimitir y ésta sabe que el Grupo Socialista no tiene votos para una moción de censura imposible.

La ruptura entre el PP y Foro se escenifica con cuidados matices. Los populares exigen a los gobernantes locales una rectificación en profundidad de su gestión y actitudes y éstos responden a la líder regional, ahora mismo la gran rival del presidente de Foro, Álvarez-Cascos, que los suyos han de colaborar al «cambio histórico» de la ciudad que, dicho sea de paso, no se ve por ningún lado, salvo que se considere así al festival del Arco Atlántico, la penúltima ocurrencia del concejal de Cultura, Carlos Rubiera, que ha traído a Gijón una copia mala del Festival de Lorient, consolidado desde hace décadas y relanzado por un asturiano.

El debate de ayer ha confirmado lo que el ciudadano nota por encima del jolgorio veraniego: la ciudad está parada en momentos en los que tenía que estar muy viva y muy unida para beneficiarse de la salida de la crisis. El urbanismo sufre un parón dañino para los intereses locales, con el riesgo añadido de las reclamaciones millonarias de los afectados que ponen en grave riesgo las finanzas municipales. El paro es el más alto de la historia sin que se vislumbre ni un solo nuevo proyecto industrial de cierta entidad. El Puerto no termina de sacar fruto de su multimillonaria ampliación y la ZALIA no tiene visos de arrancar. Ante tal panorama, la Alcaldesa se limita a reconocer su falta de ideas y a culpar al Principado y al Gobierno central. Preocupante gobierno municipal.

EDITORIAL LA NUEVA ESPAÑA

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