Sin que los síntomas previos dejaran señales de tal posibilidad, la
alcaldesa, Carmen Moriyón, dio el pasado miércoles una patada al jarrón y
ha puesto patas arriba la vida política gijonesa. Fuera de las
tradiciones seculares de la vida municipal que señalan los meses de
verano como de tregua en la sana batalla entre los distintos partidos,
Foro Asturias ha conseguido lo que parecía imposible: unir a los tres
grupos de la oposición: PP, PSOE e IU. Desde la derecha o el
centro-derecha hasta la izquierda, todos los concejales van a una
después del despropósito del último Pleno, suspendido a los dos minutos
por Moriyón, que no dejó que ningún portavoz abriera la boca para
debatir sobre una cuestión importante, el plan de fachadas, pero de
ninguna manera decisiva para la villa.
La ciudadanía asiste atónita al impensable giro que ha tomado la vida municipal. La cerrazón de Foro deja fuera de sitio a todos los grupos políticos, quizá con la excepción de IU, cómoda en su papel de oposición frontal. Pero queda fuera de sitio el propio Foro, que se cree dueño y señor del Ayuntamiento con tan sólo nueve concejales y que pregona un apoyo de la «mayoría social de la calle» que de ninguna manera procede de los resultados electorales, como bien reflejan las cifras de los votos.
Fuera de sitio queda el PSOE, ganador en las pasadas municipales pero desplazado del gobierno local y obligado ahora a verse acompañado por su habitual rival político, el PP. Es éste el partido gijonés que se ve en peor encrucijada. Sus votos dieron la Alcaldía a Carmen Moriyón, candidata de un partido que ha roto con los populares de forma desabrida por los intereses personales de un líder que se ve ahora maniatado por su presencia en los escándalos «Gürtel» y «Bárcenas». Los populares saben que no pueden seguir dando aire a un gobierno local altavoz de un partido que tiene de forma permanente en el punto de mira al líder nacional, Mariano Rajoy, y que usa sus terminales para arremeter contra la líder regional, Mercedes Fernández, a la que tienen el mal gusto de hacer juegos de palabras que ésta soporta con un estoicismo admirable.
La realidad es tozuda. Foro demuestra en Gijón que su paso por el Principado fue una especie de máster de cómo se las gasta. Su año de gobierno en la región fue una calamidad. Sin apenas gestión y enfrentado con casi todo el mundo (los demás partidos políticos, las organizaciones económicas y sociales...), el desplome en votos fue la prueba más palpable de que no hizo las cosas bien.
El ejemplo del Principado se ha trasladado, por desgracia, al Ayuntamiento de Gijón. Nula capacidad de diálogo, desprecio a los rivales, despego de la vida local de una forma absurda, creencia de que las cuestiones municipales son patrimonio del gobierno, intento de convertirse en la oposición externa al Ejecutivo del Principado, toneladas de demagogia son algunos de los males que se palpan en el día a día. Y desde el punto de vista político, Moriyón y los suyos no se han enterado aún, sin duda por su inmadurez, de que nueve concejales de veintisiete distan de ser mayoría.
Con su política chulesca, sin duda emanada de las órdenes de su jefe máximo, Foro ha logrado lo que los ciudadanos percibían como inalcanzable: unir a toda la oposición, que sí suma mayoría. Por lo pronto, decisiones quizá menores pero que tenían que haberse tomado ayer han sido paralizadas. El PSOE, el PP e IU han pedido, además, una nueva convocatoria de Pleno en un plazo muy corto.
El Ayuntamiento de Gijón tiene una configuración política que exige diálogo y afronta asuntos cruciales para la ciudad que requieren consenso. Sin embargo, la Alcaldesa y los suyos optan por la más absurda de las confrontaciones porque están en minoría. Una ciudad no puede ser gobernada con las maneras que muestra el casquismo más autoritario. El jefe que mueve los hilos ha metido a los suyos en un atolladero. Otro más.
EDITORIAL LA NUEVA ESPAÑA.
La ciudadanía asiste atónita al impensable giro que ha tomado la vida municipal. La cerrazón de Foro deja fuera de sitio a todos los grupos políticos, quizá con la excepción de IU, cómoda en su papel de oposición frontal. Pero queda fuera de sitio el propio Foro, que se cree dueño y señor del Ayuntamiento con tan sólo nueve concejales y que pregona un apoyo de la «mayoría social de la calle» que de ninguna manera procede de los resultados electorales, como bien reflejan las cifras de los votos.
Fuera de sitio queda el PSOE, ganador en las pasadas municipales pero desplazado del gobierno local y obligado ahora a verse acompañado por su habitual rival político, el PP. Es éste el partido gijonés que se ve en peor encrucijada. Sus votos dieron la Alcaldía a Carmen Moriyón, candidata de un partido que ha roto con los populares de forma desabrida por los intereses personales de un líder que se ve ahora maniatado por su presencia en los escándalos «Gürtel» y «Bárcenas». Los populares saben que no pueden seguir dando aire a un gobierno local altavoz de un partido que tiene de forma permanente en el punto de mira al líder nacional, Mariano Rajoy, y que usa sus terminales para arremeter contra la líder regional, Mercedes Fernández, a la que tienen el mal gusto de hacer juegos de palabras que ésta soporta con un estoicismo admirable.
La realidad es tozuda. Foro demuestra en Gijón que su paso por el Principado fue una especie de máster de cómo se las gasta. Su año de gobierno en la región fue una calamidad. Sin apenas gestión y enfrentado con casi todo el mundo (los demás partidos políticos, las organizaciones económicas y sociales...), el desplome en votos fue la prueba más palpable de que no hizo las cosas bien.
El ejemplo del Principado se ha trasladado, por desgracia, al Ayuntamiento de Gijón. Nula capacidad de diálogo, desprecio a los rivales, despego de la vida local de una forma absurda, creencia de que las cuestiones municipales son patrimonio del gobierno, intento de convertirse en la oposición externa al Ejecutivo del Principado, toneladas de demagogia son algunos de los males que se palpan en el día a día. Y desde el punto de vista político, Moriyón y los suyos no se han enterado aún, sin duda por su inmadurez, de que nueve concejales de veintisiete distan de ser mayoría.
Con su política chulesca, sin duda emanada de las órdenes de su jefe máximo, Foro ha logrado lo que los ciudadanos percibían como inalcanzable: unir a toda la oposición, que sí suma mayoría. Por lo pronto, decisiones quizá menores pero que tenían que haberse tomado ayer han sido paralizadas. El PSOE, el PP e IU han pedido, además, una nueva convocatoria de Pleno en un plazo muy corto.
El Ayuntamiento de Gijón tiene una configuración política que exige diálogo y afronta asuntos cruciales para la ciudad que requieren consenso. Sin embargo, la Alcaldesa y los suyos optan por la más absurda de las confrontaciones porque están en minoría. Una ciudad no puede ser gobernada con las maneras que muestra el casquismo más autoritario. El jefe que mueve los hilos ha metido a los suyos en un atolladero. Otro más.
EDITORIAL LA NUEVA ESPAÑA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario