Sin
duda a la izquierda de este país le hace falta un poco de
sosiego, porque no es normal que solo por imaginar que alguien pueda
tocar su sacrosanto criterio educativo y su capacidad de
adoctrinamiento, se ponga literalmente enferma de rabia, hasta el
punto de no ser capaz siquiera de hilar argumentos mínimamente
razonables. De hecho, amenazar con romper el acuerdo con la Santa
Sede o la bravuconada de decir eso de "Ya
les digo a las editoriales que no cambien los libros de texto porque
esta ley va a durar muy poco",
lo único que hacen es dejar a Rubalcaba en evidencia ¿No tiene nada
más relevante que aportar al debate de la nueva ley?
A ver, que les afecte
no deja de ser lógico, porque durante los últimos treinta años, el
sistema educativo que hemos tenido ha sido el suyo, ya que la única
ley del PP -la LOCE-, ni entró en vigor, porque Zapatero la derogó
al mes de llegar al gobierno, y claro, están acostumbrados a dominar
en ese ámbito. Pero, aunque nadie
minusvalora los avances y mejoras de las últimas décadas, no cabe
duda de que es imperativo reflexionar sobre lo que está
fallando. Porque no nos
podemos permitir una tasa de abandono escolar del 24,9%
frente al 13% de la UE, ni una tasa de desempleo juvenil que supera
el 57%, frente al 8% de otros países. Y
todo ello a pesar de una inversión que -duplicada en la última
década-, es un 21% superior a la media de la UE.
Y con estos datos
sobre la mesa, resulta que el gran rasgado
de vestiduras de la izquierda está estos días en la inclusión de
la asignatura de religión en el currículo y que sea evaluable, sin
decir, eso sí, que tiene asociada una asignatura alternativa a
elegir –también evaluable- denominada “Valores sociales y
culturales” ¿A qué temen? ¿A la enseñanza en valores? ¿A la
religión? ¿O a la libre elección? Otra fijación
consiste en insistir en que la ley perjudicará a la escuela pública,
pero no hay nada en esta ley
que justifique tal acusación, de hecho con los cambios, la
beneficiada sería la pública, que tiene un sistema muy rígido,
uniformizado, sin ninguna autonomía ¿Es que la izquierda considera
que los profesores y directores de la pública merecen menos
confianza, autonomía y capacidad de gestión y decisión que los
demás? Finalmente,
dicen que les preocupa la igualdad de oportunidades, pero ¿Existe
igualdad de oportunidades en un sistema educativo que aboca al 57% de
los jóvenes al paro? ¿Pretender que eso no cambie solo por cerrazón
ideológica, es luchar por la igualdad social?
La LOMCE, sin
despreciar lo bueno de la anterior, pondrá en marcha medidas que
tratarán de facilitar que los estudiantes adquieran capacidades y
desarrollen sus talentos para tener una vida profesional y personal
plena. Está basada en aportaciones de todos los sectores sociales y
en sistemas educativos con mejores resultados que los nuestros, que
abundan en la necesidad de potenciar la cultura del esfuerzo,
simplificar el currículo, reforzar los conocimientos instrumentales,
flexibilizar trayectorias, desarrollar sistemas de evaluación
externa, promover mayor autonomía y especialización en los centros
y la transparencia de sus resultados y cuentas.
Si no les gusta, no es
porque no sea una buena ley -que lo es y lo será más cuando hayamos
terminado de pulirla en las Cortes-, sino simplemente porque no es la
suya. Pero tarde o temprano, la izquierda comunista, socialista y
sindical de este país deberá asumir que en esta sociedad que todos
conformamos hay más voluntad, vida, criterio, lógica y normas que
las que ellos nos pretenden imponer. Y que hay asuntos, como la
educación en los que la necesidad de sensatez y cambios para mejorar
el sistema, son tan evidentes que, sus algaradas lo único que
consiguen es convencernos más aún de que el camino distinto al
suyo es el correcto.
LAURA SAMPEDRO, SENADORA POR ASTURIAS DEL PARTIDO POPULAR.
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