La operación militar que ha puesto fin a la carrera militar de Osama bin Laden demuestra que la perseverancia da sus frutos, y que la única forma de que las sociedades libres y abiertas puedan superar la amenaza del terrorismo global yihadista es perseverar en la lucha tanto como sea necesario. La muerte de Bin Laden también muestra que al Qaeda, al igual que cualquier otra organización terrorista, no es invulnerable. Es posible, necesario y correcto enfrentarse y vencer a todas las organizaciones terroristas. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como comandante en jefe, era consciente de que la operación que había ordenado era un acto de guerra justo. Antes que él, el presidente George W. Bush eligió enfrentarse a una dura realidad: que la declaración de guerra contra una nación no puede ser ignorada y debe ser combatida con toda la fuerza necesaria y toda la legitimidad que la democracia otorga.
Creo que este es el verdadero significado de la declaración del Consejo de Seguridad de la ONU esta semana, que «el terrorismo no será derrotado gracias únicamente a la fuerza militar, las medidas de aplicación de la ley y las operaciones de inteligencia». Para que las sociedades libres puedan perseverar en contra de sus enemigos necesitan determinación, pero esto por sí solo no es suficiente. Las democracias también deben defenderse de las trampas del terrorismo. La fuerza moral de los principios de la libertad y la democracia son esenciales para lograr la victoria sobre los terroristas.
La muerte de Bin Laden elimina del mundo un símbolo de odio, que es, en última instancia, lo que alimenta el terrorismo. Pero sería ingenuo y arriesgado pensar que la amenaza del terrorismo yihadista ha terminado con la muerte de la persona que inspiró el 11 de septiembre y tantos otros días de terribles derramamientos de sangre. Bin Laden había declarado la guerra a la civilización en todas las culturas y países, porque los yihadistas no toleran la libertad y las sociedades abiertas, sino que buscan detener el avance de la libertad en cualquier parte del mundo. No debemos olvidar que las principales víctimas del terrorismo yihadista son musulmanes. Los terroristas son todos iguales en su persecución implacable del poder, y en su absoluto desprecio por la dignidad humana y la justicia con tal de lograr alcanzar este objetivo. Por ello, la derrota del terrorismo es necesaria para el triunfo de la libertad y la civilización.
Los terroristas no necesitan excusas para cometer sus crímenes. Por lo tanto debemos estar preparados ante la eventualidad de sufrir más ataques, y de que los terroristas traten de utilizar nuestras propias acciones para justificar sus atrocidades. En este sentido, resulta reveladora la reacción de algunos ante la muerte de Bin Laden. Es motivo de preocupación que el líder de Hamas haya condenado «el asesinato de un guerrero santo». Y los Hermanos Musulmanes de Egipto también han condenado la muerte de Bin Laden.
La muerte de Bin Laden se produce en un momento histórico. Los acontecimientos que estamos presenciando en el norte de África y en Oriente Medio muestran que, a pesar de lo que el terrorismo yihadistas persigue, la gente en estos países también anhela la libertad y el progreso, que es lo que al Qaeda desea suprimir. Pero el resultado de estas revueltas en el norte de África y Oriente Medio aún no está claro. Sería un error histórico abandonar a estos pueblos ante la diabólica elección entre autocracias corruptas y despiadadas, por una parte, o la opresión yihadista por otra.
No estamos ante un choque de civilizaciones, sino más bien ante una batalla global contra la civilización. Los yihadistas quieren hacernos creer que la civilización es una preferencia cultural de Occidente y no una aspiración de todo ser humano. Debemos evitar esta trampa. La respuesta inteligente deberá ser actuar de forma que los principios de la civilización, la única civilización que existe, prevalezcan en todo el mundo. Tendremos que construir sobre este triunfo si queremos alcanzar los objetivos por los que hemos trabajando durante tanto tiempo. La historia demuestra que las mejores herramientas para avanzar en el camino de la civilización son las siguientes:
—Mejorar y promover el buen gobierno. Esto significa la creación Estados que funcionen con instituciones que respondan ante el pueblo, jueces independientes y libertad de prensa, respeto por los derechos y la dignidad de la persona, tolerancia y derechos individuales, especialmente para las minorías.
—La apertura de oportunidades económicas para las personas sobre la base de los derechos de propiedad y el Estado de derecho, para promover sociedades abiertas y favorables a las empresas.
—Mejorar el acceso a la educación. La educación es clave para lograr un futuro mejor y para la promoción de los valores de la tolerancia, el respeto y los cimientos morales de las sociedades abiertas.
Para hacer frente a los retos de seguridad planteados por la Primavera Árabe debemos apoyar el establecimiento de sociedades abiertas, estables y tolerantes y evitar que los radicales tomen el control de las instituciones clave del Estado durante esta transición.
El mejor homenaje que podemos rendir a las numerosas víctimas de Osama bin Laden en todo el mundo no es sólo acabar con la amenaza que éste encarnaba, sino derrotar todo lo que él deseaba. Derrotar el terrorismo sería el triunfo de la dignidad humana, la libertad y la justicia que, en última instancia, significaría la victoria de la civilización.
JOSÉ MARÍA AZNAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario