Hace no demasiados años, los jóvenes comenzaban su andadura universitaria con referentes de éxito. Veían cómo la inversión en tiempo, dinero y esfuerzo, era recompensada en todos aquellos que lograban una diplomatura o licenciatura. Veían cómo sus hermanos mayores, amigos o familiares recogían frutos, tras haber sembrado estudio, autodisciplina... Todo ello tenía la recompensa de una estabilidad, de un puesto de trabajo y ese era el referente: el que se esfuerza, gana.
Ese referente se traducía en valores. Porque para llegar a tener un título universitario hay, muchas veces, que superarse, que ser tenaz, que aprender a levantarse tras la caída. Porque la universidad no es sólo aprobado, notable o suspenso; es un camino donde te topas de frente con unos valores que luego son fundamentales para la vida.
Hasta ahora, eso era así porque había una motivación. Uno se enrolaba en ese viaje porque el destino se llamaba futuro. Hoy, un joven que esté en edad de elegir, tiene un referente bien distinto. En Asturias 9862 titulados engrosan las listas de parados. Casi diez mil jóvenes que sembraron para recoger, con esos valores (esfuerzo, superación tenacidad….) ven sus tierras secas, como si fueran yermas. Y lo que es peor, esta situación, que es el espejo de los más jóvenes, hace que se opte por otras vías, entre ellas la vía “ni-ni”. Y el hecho de que esto ocurra tiene como consecuencia, no sólo menos universitarios en nuestra región para un futuro próximo, sino la falta de esos valores que en la carrera universitaria uno tiene que poner en práctica.
Cuando se ve que ese esfuerzo, esa tenacidad, ese afán de superación, no nos ha llevado a ninguna parte más que al INEM, el peligro es importante. No sólo por la cifra de paro, sino por el desprestigio que los más jóvenes puedan dar a esos valores. Esta situación puede hacer que se cuestione la utilidad de los mismos, y eso es muy grave. De hecho, el tener un sistema educativo que valore por igual al que aprueba y al que no, pasando de curso indiferentemente, ya establece un alarmante desgaste de principios.
Esta cifra va a suponer, además, el envejecimiento de nuestra región, el desequilibrio de la pirámide de población, un caos en las pensiones del futuro (porque a ver quién cotiza más de 35 años) además del citado descrédito de valores.
Es, en definitiva, más leña para un fuego que se traduce en una generación que no va a tener motivación alguna, que va a ser conformista, y que ahora llamamos “ni-ni”. A esa generación la alimentan estas cifras de vergüenza, una y otra vez y todo apunta a que cada mes va a ser mayor esta mancha en el agua. Y éste desgaste de valores, no lo arregla una asignatura, elaborada, a mi juicio, para captar simpatizantes de una tendencia política. Esta erosión de valores la arregla una serie de medidas de peso, de calado, no unos parches que atienden ora a exigencias extranjeras ora a demagogias fáciles. Y que no nos compren con viajes a Alemania en “primera clase” que recuerdan a aquellos que tuvieron que afrontar nuestros abuelos en la peor España que conocemos, que el barco aquí se hunde y la solución hoy no puede ser la misma que en la época de posguerra.
El paro juvenil es escandaloso, pero las consecuencias sociales que puede acarrear pueden ser lamentables, unos futuros ciudadanos con menos conocimientos y, lo que es peor, con menos fe en los valores que hacen a un ciudadano ser persona.
VÍCTOR ÁLVAREZ SUÁREZ, COORDINADOR DE POLÍTICAS SOCIALES DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN.
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