sábado, 29 de enero de 2011

Una estación ferroviaria demasiado provisional, La Nueva España.

La entrada en servicio de la estación ferroviaria provisional construida en la calle de Sanz Crespo abre, lamentablemente, un período de incertidumbre que incluso ha sido reconocida por el propio Ayuntamiento de Gijón. El plan para integrar el ferrocarril en el casco urbano sufre ya tal retraso que las autoridades municipales se encogen de hombros cuando se les pregunta por el grado de «provisionalidad» de la estación que recibirá los servicios de Renfe y Feve.

Y esta incertidumbre sigue manteniéndose aún después de que el ministro de Fomento, José Blanco, asegurase hace unas fechas en Gijón que el proyecto de metrotrén se incluirá en el plan extraordinario de infraestructuras (PEI), que pretendía anticipar a 2010 y 2011 licitaciones por valor de 17.000 millones de euros. La cuantía asignada por Blanco al plan ferroviario de Gijón era de 360 millones de euros, pero salvo el enunciado de dicha cifra nada más se ha sabido en cuanto a calendario u otros pasos administrativos.

En consecuencia, se da la contradicción de que el Ayuntamiento anuncia la apertura de la estación provisional y asegura que es una pieza clave para el plan del metrotrén, pero el Consistorio está incapacitado para concretar los siguientes pasos de construcción de la estación intermodal definitiva y de las cinco estaciones a lo largo de túnel que enlazará Moreda con Cabueñes.

A falta de fechas oficiales, los sindicatos ferroviarios han aventurado que será más o menos diez años los que Gijón tendrá que esperar por la futura estación. El Ayuntamiento lo ha negado rotundamente, pero el sentido común dicta que a la vista de la paralización total, desde 2006, de los proyectos constructivos por parte del Ministerio de Fomento, la espera de los gijoneses tendrá que ser larga.

De este modo, la ciudad de Gijón se verá obligada a contar con dos estaciones realmente provisionales: la antigua de Alsa, que fue remodelada en precario tras el desplome de parte de su techumbre en julio de 2002; y la estación ferroviaria de Sanz Crespo. Ambas desaparecerán cuando se construya la estación intermodal, pero hasta entonces la situación no es nada satisfactoria para una ciudad que presume de su prestación de servicios y de su atractivo turístico.

Particularmente, en una ciudad lluviosa del Norte como Gijón, la estación ferroviaria provisional resulta francamente insuficiente. Sus andenes están expuestos a la intemperie, por ejemplo, y sus dependencias son escasas, aparte de que su imagen exterior dista poco de la de una nave industrial. No es que las estaciones de El Humedal o de Jovellanos ofrecieran unos andenes cómodos; al contrario: eran dependencias mal concebidas y de escaso gusto estético. Pero lo más triste es que Gijón sigue teniendo una suerte pésima cada vez que las administraciones dan un paso para, supuestamente, mejorar sus instalaciones de transporte.

Y si, pese a sus deficiencias, la estación provisional de Sanz Crespo tuviera un tiempo señalado de vida (dos años, por ejemplo), al ciudadano le costaría menos asumir que ha de atravesar un tiempo de incomodidades para obtener algo mejor. Sin embargo, con un horizonte que puede llegar a la década, el nombre de estación «provisional» suena a broma pesada. Por mucho que la Alcaldesa niegue la «provisionalidad» de una década que augura el comité de empresa de Feve.

Pero las condiciones físicas de la estación de Sanz Crespo son sólo una parte del problema. En Gijón se va a producir un retroceso en la comodidad del transporte público por otro motivo: la instalación provisional se desvincula de ese nudo de comunicaciones que forma la plaza de El Humedal y su entorno, donde hasta ahora confluían los autobuses urbanos con los interurbanos y con el ferrocarril. El desplazamiento de la estación es de poco más de un kilómetro y unos autobuses lanzadera comunicarán El Humedal con Sanz Crespo, pero el usuario del transporte público mide también las distancias en transbordos y en pérdidas de tiempo.

El cálculo de pérdidas que hayan podido realizar al respecto las empresas ferroviarias no es conocido, pero la indolencia de las empresas públicas o del propio Ayuntamiento acerca del retroceso en la comodidad del viajero sería verdaderamente lamentable.

Ya sea por falta de cálculo o de sentido común, o porque el Ayuntamiento actúa a ciegas con el plan ferroviario de Gijón, el resultado es que la ciudad se encuentra ahora mismo con un estación ferroviaria demasiado provisional.


EDITORIAL DE LA NUEVA ESPAÑA.

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