A pesar de apoyar y organizar el golpe de estado para hundir una democracia en 1934, la izquierda hoy se vende como único baluarte de la misma. Como el bando defensor de la República durante la guerra civil del 36.
Al igual que con la democracia, también lo hace con la cultura. Es curioso ver cómo los que quieren socializarlo todo, se apropian indebidamente de grandes nombres literarios de nuestra historia como Cernuda o Lorca y arrinconan en el olvido a otros como Maeztu, Ortega i Gasset o Pemán. Hemos visto durante los años de la transición a muchos cantautores con el puño en alto que captaban a un nutrido público con sus canciones protesta.
Hoy son los mismos que siguen bailando el agua a los social-comunistas, los de la ceja, pero que viven mejor que tú y que yo, mientras siguen escribiendo a favor de los derechos del obrero como si estuviéramos aún sumergidos en la revolución industrial. Siguen hablando de socialismo, pero cobran cantidades escandalosas en actos benéficos. Te dicen a quién tienes que votar, y sus chalets tienen un buen sistema de seguridad, por aquello de la propiedad privada. Se les llena la boca con la palabra tolerancia, mientras llaman fascistas y asesinos a quienes no piensan como ellos. Han llegado al punto de trasladar la idea de que no puede haber artistas de derechas.
Gentes de izquierda y de derecha compran y escuchan a Sabina, Aute y Víctor Manuel, pero ¿escucharía la izquierda a un músico que se declarara abiertamente de derechas?. Permítanme que dude de si se haría, por lo menos, en la misma proporción. Porque lo cierto es que ser de izquierdas, vende. Vende por la falta de tolerancia y la expropiación indebida de la cultura que vienen haciendo durante demasiados años.
Para más señas, la ministra de cultura, guionista de películas como “Mentiras y gordas” – 2009 – ha querido aprobar una medida por la cual se corta las alas al mayor canal de difusión cultural que hoy existe, la red de redes. Es cierto que habrá que hacer algo con la propiedad intelectual, pero no con alevosía, no de prisa y corriendo.
Así trata hoy la izquierda a la cultura. Pero a pesar de todo, sobrevivo. Soy cantautor y me he movido en ambientes de gran mayoría social-comunista, porque la izquierda lo ha conseguido. Ha hecho de la cultura su cortijo particular, adoctrinando a la gran mayoría desde la más tierna infancia, lo mismo que se hace en las dictaduras. Han sabido crear estereotipos, como salidos de una fábrica en serie, fácilmente “etiquetables”. Soy y me ven como un bicho raro dentro del círculo, por no pensar como ellos, no escribir como ellos o, simplemente, por no vestir como ellos.
Muchos hablan de la libertad en lo que escriben, y llevan chapitas con la hoz y el martillo, o con la cara del Che. Yo no escribo del obrero, no escribo de la legalización del cannabis, no escribo en favor de las dictaduras ni de las revoluciones, pero no voy a pedir perdón por no hacerlo y considerarme cantautor.
Como yo hay muchos más, pero no alzan su voz porque está mejor visto proclamar ser de izquierdas, como en casi todo hoy por hoy, pero en el mundo de la cultura, sobremanera. Y al igual que yo, somos muchos los que pensamos de forma liberal y no por ello perdemos la capacidad de sentir ni perdemos la necesidad de expresar, porque eso no atiende a partidos ni a ideologías, a ver cuándo se enteran.
VÍCTOR ÁLVAREZ SUÁREZ, MIEMBRO DE NUEVAS GENERACIONES DEL PP DE GIJÓN.
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