La Cultura del Bocadillo
Teniendo en cuenta que la cultura aporta un 3% del PIB de nuestro país, las inversiones en este sector son escasas. Lo que se conoce como industria cultural produce bienes y servicios cada vez más relacionados con diferentes estrategias empresariales que pretenden optimizar los recursos y generar beneficios económicos, tanto a nivel particular, como públicos.
El turismo cultural es una importantísima fuente de ingresos a nivel nacional, ya que potenciando este tipo de turismo se activa notablemente la economía de otros sectores, principalmente, el relacionado con la hostelería. Pero esto no acaba aquí, ya que las publicaciones aumentan y se acentúa entre los ciudadanos el consumo de cultura en su vida cotidiana. Por tanto, el valor económico del sector cultural es notable y el tratamiento que recibe de la Administración pública no se ajusta a su productividad.
Gracias a la política que llevamos sufriendo durante largos años, todas las expectativas que se podían tener en fomentar la cultura y en los beneficios que se podrían obtener por ella, han desaparecido. El presupuesto para la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Gijón ha visto reducida su cuenta anual en casi un millón de euros, ha pasado de 11.3 millones de euros a 10.5 millones para 2011. Este recorte de gasto en cultura viene justificado por una crisis mundial, que por algún motivo “desconocido”, está afectando a España de manera desmedida.
Los ajustes presupuestarios para la Fundación Municipal de Cultura, en un 7%, por la contención del gasto tras el despilfarro del gobierno socialista en Gijón, supone la toma de unas medidas que pretenden pasar desapercibidas, pero esto tendrá su repercusión. Se recortará la duración del programa Danza Gijón, lo que nos hace pensar que este evento no ha sido rentable o que va a pasar a no ser rentable en lo sucesivo, ya que los beneficios que este podría aportar, van a disminuir notablemente.
Si nos vamos al apartado museístico, vamos a continuar viendo el paso del tiempo en el edificio de la antigua tabacalera, su lenta evolución para conseguir unirnos al aprovechamiento de los edificios públicos con fines culturales, que en el resto de nuestro país llevan años generando rentabilidad.
Nos podemos cuestionar entonces el papel que tiene el museo de la Laboral, ya que no cumple con las expectativas de visitantes y, por tanto, de ingresos. Lo que era de esperar teniendo en cuenta la inversión que supuso hace pocos años. Si se hubiera tenido un edificio previo, no habría sido necesaria la ampliación de la Universidad Laboral, sobre todo, si tenemos en cuenta que el fomento del turismo en Gijón va más relacionado con el bocadillo en la playa.
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