Perpetuarse en el poder no es bueno.
Nunca. Limitar a ocho años la permanencia en el cargo de los presidentes
del Principado sería una buena decisión. Ahora sólo falta que los
grupos parlamentarios asturianos pasen de las palabras a los hechos y
restrinjan a dos los mandatos de los jefes del ejecutivo regional. A la
comunidad autónoma no le hubiera venido nada mal que esta medida se
hubiera tomado hace años. Se podrían haber evitado todos los males
derivados de los últimos cuatro años de gobierno de Vicente Álvarez
Areces, que son muchos y, lo que es peor, excesivamente costosos. Una
legislatura, la que muy bien podría ser conocida como la de los
sobrecostes, que se les acabó yendo de las manos a los socialistas.
El
PSOE no supo poner coto a la ambición de Álvarez Areces y lo acabó
pagando en las elecciones autonómicas de 2011. Y lo sigue pagando ahora.
La resolución de la UE de exigir al Gobierno español la devolución de
los 198 millones de euros con los que financió la ampliación del puerto
gijonés de El Musel es un claro ejemplo de ello. Pero es que, además,
tras la reclamación de los fondos de Bruselas está la Oficina Europea de
Lucha contra el Fraude, lo que es más preocupante aún si cabe.
Estos
son los problemas que pueden surgir cuando un político quiere pasar a
la historia sea como sea y pase lo que pase, sin calcular realmente
cuáles pueden ser las consecuencias de su proceder. Y está claro que
Álvarez Areces está entre ellos. El Musel, el nuevo Hospital Central, el
Niemeyer o la Laboral son algunas de sus grandes obras, de su
"grandonismo". Los efectos son conocidos: sobrecostes espectaculares en
unos casos y escándalos financieros y corruptelas, o simple fracaso, en
otros. Se puede argumentar que son obras que están ahí. Es cierto, pero
¿era lo que se tenía que haber hecho?, ¿no había otras soluciones?
¡Lo
que le faltaba ahora a Asturias sería tener que apechugar con el pago
de prácticamente 200 millones de euros fruto de los reiterados errores
de un ejecutivo megalómano! Reiterados sí, porque fueron numerosas las
advertencias que se le hicieron para que no cometiera los errores que
finalmente cometió. Eso sí, la obra de El Musel fue, en su tiempo, por
presupuesto, la mayor que se adjudicó de una sola vez en España. Pues
muy bien. ¿Y ahora, qué?
ALBERTO MENÉNDEZ, LA NUEVA ESPAÑA
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