Mañana,
día de Año Nuevo, los cubanos cumplirán cincuenta y cuatro años
justos bajo la dictadura comunista de los Castro. Si tenemos en
cuenta que Cuba se independizó de España en 1898, nos encontramos
con que c asi l a mitad de s u existencia como república
independiente la ha pasado Cuba soportando la tiranía de la familia
Castro. Cincuenta y cuatro años sin libertad, cincuenta y cuatro
años de estado policial, en el que se premia la delación, cincuenta
y cuatro años al ar bitrio de l os caprichos de unos tiranos que,
cegados por su dogmatismo comunista, no han dudado en oprimir,
arruinar y humillar a todo un pueblo.
Para
todos los amantes de la libertad, y, sobre todo, para todos los
españoles amantes de la libertad, constituye un motivo de vergüenza
y un aldabonazo en nuestras conciencias la permanencia de una
dictadura tan siniestra y tan abyecta en la república americana que
más lazos ha tenido con España.
Y
digo que la persistencia del castrismo tiene que ser un aldabonazo
en las conciencias de los ciudadanos de los países libres de
Occidente porque nosotros, los ciudadanos que disfrutamos de la
libertad en toda su plenitud, tenemos una inexcusable
responsabilidad a la hora de actuar para lograr que los cubanos
recuperen esa libertad que los comunistas les han arrebatado desde
hace estos cincuenta y cuatro años de tiranía.
Es
verdad que, en un primer momento, la revolución castrista pudo ser
contemplada como una reacción contra la corrupción del régimen de
Batista, pero muy pronto quedó claro el carácter opresor y
liberticida del que implantó Fidel Castro. Y, sin embargo, algunos
ciudadanos biempensantes y muchos de los sedicentes intelectuales de
l os países libres tardaron décadas en aceptar el carácter
opresor de la dictadura castrista. Todavía hoy, por ejemplo, se
siguen viendo en Occidente imágenes del Che Guevara como si fuera
un héroe sin tener en cuenta que fue un asesino especialmente
sanguinario y cruel. Y todavía hoy muchos siguen buscando excusas y
justificaciones para la existencia de ese régimen liberticida.Un
régimen liberticida e inmoral que, sin embargo, sigue irradiando su
nefasta influencia en otros países hispanoamericanos. Porque,
disfrazados de populismo, ahí están seguidores más o menos
confesos de Castro, como Chávez o Evo Morales, que hacen a sus
países un daño similar al que Castro ha hecho a Cuba.
Es
deber moral de todos los ciudadanos libres el levantar la voz contra
la dictadura comunista de los Castro en Cuba. Porque no es de recibo
que Cuba, cuyos habitantes están demostrando en sus ya larguísimos
exilios una capacidad emprendedora y creadora excepcional, siga
hundida en la miseria económica y en la degradación moral. Cuba
tiene que ser libre y tiene que serlo cuanto antes.
Lo
único positivo de estos cincuenta y cuatro años de dictadura
comunista es que se ha convertido en la mejor demostración práctica
y fehaciente de los efectos nefastos del comunismo a la hora de
promover la prosperidad y el bienestar de los ciudadanos. Como
también lo es la comparación de la pobreza y la opresión de Corea
del Norte, bajo la dictadura comunista, con la prosperidad y la
libertad de Corea del Sur, democrática y con economía libre de
mercado.
Para
los que todavía tengan la tentación de volver los ojos hacia
soluciones de tipo comunista o del «socialismo real» (y en estos
tiempos de crisis que vivimos siempre habrá algunos) puede ser
aleccionador mirar las cifras de la evolución de Cuba en estos
cincuenta y cuatro años de comunismo.
En
1958 la renta per cápita cubana era de 360 dólares, el doble que la
española de la época, y ahora España está en 32.244 dólares y
Cuba, según el Banco Mundial, tenía en 2008, 5.397 dólares. Y si
nos quedamos en los países de Hispanoamérica también hay que saber
que en 1958 la renta per cápita era similar a la chilena y hoy la
chilena triplica la cubana. Las cifras son estas y deberían bastar
para vacunar definitivamente a los que todavía miran con alguna
simpatía a Castro y su régimen.
ESPERANZA AGUIRRE, PRESIDENTA PARTIDO POPULAR DE LA COMUNIDAD DE MADRID
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