Una de las señas
de identidad de nuestra tierra, a parte del color verde que ya nos da
la bienvenida al cruzar “el negrón”, es nuestra sidra, sangre de
nuestros manzanos. La sidra asturiana es más que una bebida, más
que un producto propio, es un instrumento de socialización, estando
presente en muchos ámbitos de nuestra cultura.
De todos es sabido que la manzana, con
el paso del tiempo y por reacción química con el oxígeno del aire,
se oxida, quedando inservible para producir tan preciado líquido.
Por lo tanto, no puede haber abandono de la materia prima, porque de
haberlo, nos quedamos sin su esencia.
Durante los últimos dos años, la
pendiente de la gráfica de parados en Asturias, ha sido creciente,
hasta llegar a cifras de vergüenza. Tales son las cifras, que los
responsables de las mismas no deberían ni atreverse a pisar la
calle. En estas circunstancias, cada vez somos más los que
abandonamos la tierra. Pero irse de la tierra para poder comer,
implica no poder abrazar a tu mujer, no poder acariciar a tus hijos,
no poder ver a tus padres, no poder quedar con tus amigos, estar SOLO
en muchas ocasiones y durante muchos meses.
Esta es la realidad, en
el mejor de los casos. Otros, muchos otros, no pueden irse, por
dependencia o por falta de oportunidades, y tienen que quedarse,
oxidándose como la manzana.
Pero un buen día, un “mayador
forastero” vino hace un tiempo, oriundo de Gijón, que llevaba
muchos años sin rodar por la AP-66. Vino y aseguró que él iba a
hacer la mejor sidra. Le dieron el Llagar, pero él sólo quería
demostrar quién era el más “gallu”, eso era lo que le movía
mientras difundía la palabra. Ocho meses, solo ocho, le bastaron
para aburrirse de mayar la manzana, y ahí lo dejo, la manzana seguía
oxidándose.
Pero el más duro del Oeste se fue como vino, haciendo
que se tambaleara una opción política que ha sido respaldada por
millones de españoles en el resto de España y que aquí no se acaba
de centrar del todo tras el fracaso sin paliativos de ese “mesías”.
En este panorama, la izquierda, que
alguna responsabilidad tendrá en la maltrecha situación de nuestra
región, ya que ha gobernado durante dieciséis de los últimos
veinte años, se queda sentada comiendo palomitas.
España ha estado viviendo en los
últimos cuatro años, lo mismo que se ha estado viviendo en Asturias
los últimos veinte. Hoy, el “mayador forastero”, ha
desvirtuado una opción política que tiene que luchar, más que
nunca, por conocer la situación real de los asturianos, en eso hay
que esforzarse hoy, no en mantener el sillón o en discutir quien se
tiene que sentar. No se puede discutir la dirección del barco de
espaldas al mar.
El vendaval ha pasado, y lo hemos
sufrido, el centro derecha y todos los asturianos. La imagen que se
está dando a los asturianos ahora, es que nadie está mirando por la
manzana, mientras unos discuten y tratan de sobreponerse, olvidándose
de la manzana, otros miran al infinito, porque no ven peligrar su
butaca.
Asturias necesita gestores que sean
conscientes de la realidad, de lo que estamos viviendo, antes de que
sea tarde y la manzana, ya deje de dar sidra.
VÍCTOR ÁLVAREZ SUÁREZ, VOCAL DE LA JUNTA LOCAL DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN.
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