Sin lágrimas

Los socialistas astures deberían consolarse. Las cosas son como son, los contextos marcan el rumbo y no iba a ser una excepción esta dolida tierra, ni siquiera el conjunto de la vieja piel de toro.

Quiero decir que de los 27 países de la Unión Europea la izquierda ya solo gobierna en cuatro. En España, Grecia y Eslovenia, ejecutivos socialistas y, como todo puede empeorar, en Chipre, isla mediada, un partido comunista.

El tanteo es de 23 a 4, una verdadera goleada, y más si se tiene en cuenta que Europa era hasta hace bien poco la reserva espiritual de la siniestra planetaria.

En EE UU, por ejemplo, nunca jamás gobernó la izquierda, y por eso son la primera potencia mundial, patria de la libertad y paraíso de riqueza y justicia. Al menos, comparativamente.

En el primer mundo la izquierda no existe -salvo las excepciones residuales anotadas-, y nunca va a levantar cabeza, porque se trata de una ideología que partió de las trampas de Marx -falsificó series estadísticas para que encajaran sus hipótesis sobre la plusvalía y demás- y cursó de gulag en gulag y de Paracuellos en Paracuellos hasta el actual modelo posmoderno español donde ha sido abducida por su propio agitprop, así que los líderes apenas son más que actores a quienes dictan el guión desde los medios, que, de terminales, se han convertido en centrales.

No deberían llorar los socialistas asturianos por el Principado perdido ni por el Gijón en veremos -auténtica joya de la corona del régimen-, porque el mundo no va por ahí ni nunca jamás de los jamases volverá a cursar en esa dirección. Ni siquiera los climatistas -continuadores de los socialistas y que, como Marx, parten de falsificar las estadísticas sobre el medio ambiente- tienen futuro. Solo cuentan las mil flores, las mil escuelas, del capitalismo avanzado.

No llores por la leche derramada, compañeru: el futuro, libre de falsas conciencias, es hermoso, y los hijos pródigos siempre serán bienvenidos.

JAVIER NEIRA, LA NUEVA ESPAÑA.